La Diabla / Teatro tétrico

AutorVera Milarka

Todo es tétrico desde que uno llega: el Teatro Coyoacán, húmedo y mohoso, descuidado al grado de que las butacas parecen reclinatorios; tan desvencijadas están, que uno puede tocar el piso con las rodillas. Pero la audiencia también da pena, de los 10 espectadores que se encuentran en la sala, al menos dos no apagan el celular y éste suena ya entrada la función; hacen bochornosos ruidos con sus bolsas de golosinas y todo es como en aquel apestoso cine piojito Teresa, del Eje Central Lázaro Cárdenas.

Si hubiera periodismo cultural de investigación, hacer un reportaje del estado actual de los teatros de la ciudad daría luces de que algunas desgracias teatrales comienzan desde la pésima infraestructura.

La historia también es triste y melancólica, aunque con mucho raya en lo exasperante. La mujer de arena, dirigida y adaptada por Susana Wein, está basada en una novela de Abe Kobo. El texto sin duda atrapa, análogamente como queda atrapado aquel maestro de escuela que estudia insectos y ese día fue alojado en un extraño pueblo de Japón, donde no es posible vivir sin sacar la arena todas las noches de todos los días, para que subsista la comunidad.

La obra es el alambicado argumento de un hombre secuestrado por causas de "orden mayor", no obstante, eso no justifica su encierro ni mitiga su rabia; su resignación -más por cansancio que por convencimiento- resulta oprimente. Él tenía la certeza de seguir su vida, sin esa mujer con la que tuvo que convivir irremediablemente bajo un canon social pobre y terrible. Ese hombre es interpretado por Silverio Palacios, un actor que ha demostrado en numerosas ocasiones su talento y oficio, sea en comerciales, cine o teatro, siempre actúa con una convicción que fascina.

Lástima que sus compañeros de escena Tae Solana, La mujer, que le da cobijo en esa casa sumida entre las dunas cerca del mar, y Gabriel Fragoso, El lugareño, personaje que sólo sale muy contadas ocasiones y en casi todas falla, no le den retroalimentación alguna a Palacios.

Tae sólo posee el atributo de un físico nipón, porque no hay nada en su trabajo que nos enganche a la historia. Por más que el personaje se entienda como una mujer inerme ante la inclemencia del tiempo y ante esa "justicia" comunitaria que sacrifica la vida de...

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