Un Día en la Vida de.../ Buñuel recién muerto

AutorAlain Derbez

Por referirme al sexo oral peninsular, por no tener más espacio o simplemente por que sí (las cosas por algo son), no apareció la semana pasada lo que aquí, dividido en dos partes, sigue. En 1993 murió el hoy centenario festejado. Un día después del velorio -debe de haber sido el día de San Ignacio de Loyola- me apersoné en la casona coyoacanense de Gabriel Figueroa para charlar con él sobre el fallecido aragonés. Aviso -y el que avisa no es traidor- que esa larga charla, aquí recortada por obvias necesidades físicas, saldrá con otras con otros en un libro que ha de llamarse Por sus obras les conoceréis.

"Nuestro primer encuentro -me dice don Gabriel- fue cuando hicimos Los olvidados. El ya había hecho algunos filmes como Gran Casino, películas comerciales que en ese momento necesitaba para vivir. Acababa de llegar de los Estados Unidos. Luego de eso tuvo un productor, Jorge Menasche, quien atendió a la súplica de Luis Buñuel de hacer una película a su gusto. El productor dijo que desde luego pondría el dinero aunque sabía que iba a perder hasta el último centavo. Prometió rodearlo de todos los elementos necesarios procurando conseguir lo mejor y ahí yo fui uno de los elegidos (...) Yo tenía una gran admiración por su talento, por el trabajo que había hecho en Europa como El perro andaluz y La edad de oro. Su talento se pudo manifestar aquí en toda la obra que hizo una vez que pudo acomodarse, esto es, interesar a productores para hacer lo que a él le importaba. Y así pudo hacer películas extraordinarias como Los olvidados, Nazarín y El ángel exterminador. Me tocó fotografiarlas y me dejaron ver al Luis Buñuel que yo tenía ganas de conocer y que fuera mi amigo. No es un pensamiento mío, pero estoy de acuerdo con la idea de que Buñuel hizo una película nada más y la siguió repitiendo toda la vida cambiando de actores, variando el tema, pero siempre buscando los objetivos que él quería demostrar a la gente. No los planteaba con palabras, no los explicaba. Yo los veía por la manera de dirigir, de plantear las intenciones que tenía para desarrollar determinadas secuencias. Era una lucha por la libertad, una libertad que nunca tuvieron en la pantalla sus intérpretes y que él tampoco tuvo, pero era una cosa que él perseguía, como en la rueda de la fortuna en la que al final se cae... y entonces, hacía otra película con, prácticamente, los mismos elementos a manejar, sólo que más perfeccionados, más trabajadas técnica e idea. Se va madurando...

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