Un día histórico

AutorGuadalupe Loaeza

Enviada

"¡¡¡Ni-co-las Pre-si-dent¡¡¡" gritaban miles de gargantas en la Salle Gaveau de las calles de la Boétie, donde se encuentra la sede de la Unión por un Movimiento Popular (UMP). No obstante ya eran las 20:00 horas, hacía un calor infernal y afuera brillaba un sol espléndido.

Entre más pasaba el tiempo y no aparecía Sarkozy, más fuerte gritaban miles de sarkozistas que se acababan de enterar que su candidato había obtenido el 31.11 por ciento de los votos de la primera ronda, contra 25 por ciento que obtuvo Segolene Royal, 18 por ciento Francois Bayrou y 11 por ciento Jean-Marie Le Pen.

Aparte de los 700 periodistas de todo el mundo que nos encontrábamos allí como si hubiéramos estado metidos en una lata de sardinas (en el ambiente se respiraba un fuerte olor a humanidad), la mayoría de la asistencia se trataba de jóvenes con una actitud de absoluto triunfo y por ende, de júbilo absoluto.

Finalmente apareció Sarkozy. ¡Dios mío, cuántos gritos y aplausos! ¡Qué recibimiento tan apoteótico! No pude dejar de comparar esa bienvenida, con las que solía recibir el "tapado" de la época de oro del PRI, que acababa de ser "destapado".

Tanta intensidad por parte de los seguidores de "Sarko", como también lo llaman, no hacía más que aumentar la temperatura de la sala.

"Pero si todavía no es Presidente", me atreví a comentarle a un colega que estaba a mi lado y que no dejaba de limpiarse el sudor de la frente.

"Es que la derecha no había tenido ese porcentaje tan elevado desde que salió Giscard. Además hubo una participación excepcional de más de 80 por ciento. La Quinta República nunca había visto eso antes.

"Y si a todo esto le agrega que el candidato es joven, pues son muchas cosas las que hay que festejar. Este es un día histórico", dijo.

Finalmente apareció Nicolas Sarkozy. Se veía ligeramente bronceado, con traje y corbata oscura. A pesar de que había tanta gente, desde donde me encontraba, pude verlo sin dificultad.

Es cierto que es un hombre que no es muy alto, es cierto que tiene las orejas levemente separadas y también es cierto que no se trata de un Adonis.

No obstante su expresión es de un hombre inteligente, la mirada de sus ojos azul marino denota sabiduría y sensibilidad.

De inmediato recordé lo que había leído en su biografía escrita por Catherine Nay "Un poder nombrado deseo", en donde la autora narra los constantes desencuentros de Sarkozy con su padre quien no dejaba de reprenderlo por sus malos resultados en el liceo: "Con esa...

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