El determinismo tecnologico y la 'dialectica de la historia' *.

AutorRosales Rodriguez, Aman

RESUMEN: El objetivo de este ensayo es reexaminar el fenómeno conocido como determinismo tecnológico. Si bien la creencia en algo así como un desarrollo tecnológico autónomo, con una especie de lógica propia, ha sido recientemente criticada y descartada por varios filósofos de la tecnología, aquí se piensa que dicha conclusión es injusta y apresurada. Con base en las importantes contribuciones teóricas de Hans Freyer y Friedrich Rapp --usualmente no tomadas en cuenta en la discusión actual--, se muestra cómo se puede ver que el determinismo tecnológico desempeña un papel ineludible en lo que Karl Löwith ha llamado la "dialéctica de la historia".

PALABRAS CLAVE: tecnología, determinismo, historia

SUMMARY: The aim of this paper is to take a second look at the phenomenon known as technological determinism. Although the belief in something like an autonomous, technological development, with a sort of logic of its own, has been recently attacked and dismissed by many philosophers of technology, here it is argued that such a conclusion is hasty and unfair. Relying on the important theoretical contributions of Hans Freyer and Friedrich Rapp --not usually considered in the current debate--, it is showed how technological determinism can be seen to play an ineludible role in what Karl Löwith has named the "dialectic of history".

KEY WORDS: technology, determinism, history

  1. Introducción

    Si bien el presente trabajo no propone, en sentido estricto, una defensa del determinismo tecnológico (o de la autonomía de la tecnología), sino, más modestamente, una reconsideración de] tema a la luz de aportes teóricos en apariencia ajenos, algunos de ellos, al debate mismo, incluso así su contenido podría verse con suspicacia. Tan grande ha sido la influencia en los últimos años de los "estudios sociales en ciencia y tecnología", y tan vigoroso, como aparentemente exitoso, ha sido el combate desde sus trincheras a cualquier cosa parecida a fenómenos o procesos "descontextualizados" o socialmente autónomos, que ya se ha convertido en un tópico hablar del fin o la muerte del determinismo tecnológico. Así, en este ensayo se desea argumentar que un problema filosófico cardinal, implícito en la idea del determinismo tecnológico --a saber, la relación entre la autonomía humana y sus obras-- no ha sido resuelto, ni tampoco podrá resolverse (en un aspecto importante). Con el respaldo de ideas tanto explícitas como tácitas de un grupo de autores, se arguye que el determinismo tecnológico, en su doble manifestación como efecto y factor corresponsable de lo que Karl Löwith ha llamado, apropiándose creativamente de ciertas ideas de Giambattista Vico, la "dialéctica de la historia", constituye, para escándalo de algunos, un problema que se resiste a ser erradicado sin más del panorama filosófico actual.

    El desarrollo argumental se ofrece, en concreto, del siguiente modo: en la sección 2 se proporciona un conjunto de elementos teóricos y definitorios mínimos, con el objeto de preparar mejor el terreno para la exposición en las siguientes secciones. A continuación, en la sección 3 se introduce el enfoque de Löwith, se esboza el contexto de sus ideas, y se enfatiza la relevancia de la noción de la "dialéctica de la historia" para el tema del determinismo tecnológico. Luego, en la sección 4, se presentan las perspectivas de Hans Freyer y Friedrich Rapp, sobre las que también puede decirse que asumen, con sus propios matices y valoraciones, el horizonte interpretativo revelado por Löwith. Finalmente, en la sección 5 se ofrecen comentarios de carácter general sobre los argumentos presentados, así como un intento de respuesta a algunos de los problemas analizados.

  2. El determinismo tecnológico en discusión: aspectos preliminares

    Como introducción general al tema y de entre una buena cantidad de opciones teóricas, considérense las siguientes cuatro caracterizaciones o intentos de definición del determinismo tecnológico. Recuérdese que el objetivo es hacer un repaso somero del estado de la cuestión con el propósito de sentar ciertos supuestos básicos como guías para la exposición.

    Langdon Winner, en su estudio fundamental sobre el tema, asevera, en procura de una definición, que

    en su sentido más fuerte, el determinismo tecnológico depende de dos hipótesis: (1) que la base técnica de una sociedad es la condición fundamental que afecta todos los patrones de existencia social, y (2) que los cambios en la tecnología representan la fuente individual de cambio más importante en la sociedad. (Winner 1977, pp. 75-76) Uno de los críticos más entusiastas del determinismo tecnológico, Günter Ropohl, sostiene que a pesar de las diferencias parciales entre las distintas concepciones, en el núcleo del determinismo tecnológico se halla "la afirmación de que el desarrollo técnico no depende de factores externos, sino que [éste] determina y domina la situación mental y social de los hombres en tanto que fuerza conductora del cambio social" (Ropohl 1983, p. 86). Por su parte, Peter van Inwagen manifiesta que "el determinismo tecnológico puede concebirse como la idea de que a la luz de la situación pasada (y actual) del desarrollo tecnológico y de las leyes de la naturaleza, el cambio social no puede seguir en el futuro más que un único curso posible" (Bimber 1996, p. 99).

    Finalmente, Johan H. van der Pot explica, en términos similares, que, para algunos autores, la

    tesis de que en los estados industriales actuales se hace todo lo que es técnicamente posible acabaría en un determinismo tecnológico, pues el progreso técnico se da en la sociedad industrial moderna sin influencia de factores externos, en tanto que todo el resto de la cultura se vería reducido a una variable dependiente del progreso técnico. (Van der Pot 1985, p. 714) Winner tiene razón cuando escribe que muy pocos autores --si es que alguno-- estarían dispuestos a suscribir el determinismo tecnológico en sus variantes más fuertes o radicales. No obstante, las descripciones anteriores (incluida la suya propia) son útiles, pues sirven al propósito de conceptuar y sintetizar una serie de intuiciones dispersas que se tienen en torno a dicha noción. Ahora bien, es posible que la expresión "tecnología autónoma", afín a la de determinismo tecnológico, no genere tantas aprehensiones, de no ser porque con ella va aparejada también la idea de que, en el fondo, la autonomía o el supuesto carácter autoalimentado de "La tecnología" (como mi todo) no implica, meramente la independencia relativa que caracteriza a sistemas industriales robotizados o atttomatizados, susceptibles de ser desconectados (al menos en teoría) en cualquier momento, sino su ingobernabilidad final por parte del ser humano. Lo anterior se reconoce tácitamente en las tres modalidades de distinguir o clasificar el determinismo tecnológico que se mencionarán a continuación.

    La forma más común de entender el problema es al abrigo de un sentido fuerte o "duro" de determinismo tecnológico. Así, desde tal perspectiva se insiste en dotar a la tecnología y sus productos de un irresistible poder causal propio. Se trata también de un poder coactivo legal que ha sido capturado conceptualmente en la idea, prima hermana del determinismo tecnológico, del "imperativo tecnológico". A partir del enfoque "duro" o fuerte puede pensarse entonces, por ejemplo, que

    la continua mejora del ordenador ha seguido una especie de lógica interna [...], por lo que cada "generación" de aumentos de la sofisticación de los ordenadores ha llevado, en una secuencia aparentemente predeterminada, a la siguiente. (Smith y Marx 1996, p. 13) A Smith y Marx se les debe la distinción entre un tipo "duro" y otro "blando" de determinismo. Este último, contrariamente al primero, pese a reconocer la influencia colosal de la tecnología en todo ámbito social, rechaza la conveniencia de "concebir la 'tecnología' per se como el agente causal histórico", y propone situar su desarrollo "en tina matriz social, económica y política y cultural mucho más variada y compleja" (p. 15).

    La distinción citada entre una variante "dura" y otra "blanda" de determinismo tecnológico se corresponde bastante bien con el primer y el segundo enfoques de la clasificación propuesta a su vez por Ilkka Niiniluoto, quien distingue entre tina perspectiva "romántica" y otra "tecnocrática" de concebir la tecnología. La primera tiende a personalizar o reificar la tecnología hasta convertirla en una especie de entidad maligna, no sólo independiente del ser humano, sino dotada de iniciativa propia. La segunda nace de la aceptación, más o menos resignada, de que la racionalidad tecnológica y sus productos, en tanto que factores dominantes en las sociedades industriales, deben imponer los valores y criterios de funcionamiento ante los que debe rendirse, por su propio bien, la dinámica social. Mientras que Jacques Ellul sería, de acuerdo con Niiniluoto, el autor representativo de la visión "romántica", Helmuth Schelsky y su teoría del "Estado técnico" lo serían de la "tecnocrática". Entretanto, la taxonomía propuesta por Bruce Bimber sigue un derrotero similar al sugerido por Marx, Smith y Niiniluoto. En opinión de Bimber, pueden reconocerse una variante "nomológica" (en general equivalente a los anteriores tipos "duro" y "romántico") y otra "normativa" (correspondiente

    a los tipos "blando" y "tecnocrático") de visualizar el determinismo tecnológico. En tanto que, de acuerdo con el punto de vista "normativo", "es precisamente lo que los individuos han llegado a pensar y desear lo que ha dado lugar a la sociedad tecnológica", desde la posición "nomológica" se enfatiza que "la sociedad dirigida por la tecnología surge independientemente de los deseos y valores del hombre" (Bimber 1996, pp. 98-100).

    En las tres propuestas anteriores de clasificación llama la atención el hecho de que el fenómeno del determinismo tecnológico se entienda desde una visión "bipolar" que tiende a excluir, según el caso, a su contrapartida. En...

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