Detectan en 20 años un millar de falsos

AutorErika P. Bucio

Con un supuesto cuadro del pintor Gunther Gerzso bajo el brazo, un hombre tocó hace años a la puerta de la Galería de Arte Mexicano (GAM) pidiendo la opinión de sus propietarias sobre la autenticidad de la obra. Al mostrarla admitió: "¿Está burdo, ¿verdad?". Era tan mala imitación del estilo de Gerzso que Alejandra Iturbe exclamó: "Esto es de cárcel". Al oír eso, la persona salió corriendo.

Esa es la única ocasión, piensa Mariana Pérez Amor, codirectora junto con Iturbe de la GAM, que un falsificador visitó su galería, fundada el 7 de marzo de 1935 por su madre Inés Amor, quien desde los primeros días tuvo el cuidado de fotografiar toda la obra que ha pasado por el establecimiento de la colonia San Miguel Chapultepec, hasta conformar un vasto archivo de arte mexicano moderno y contemporáneo.

Pero a la par de ese acervo, la GAM mantiene desde hace 20 años un registro de obra falsa que reúne un millar de fotografías con apócrifos de los artistas plásticos Carlos Mérida, el Dr. Atl, Leonora Carrington, Diego Rivera, José Clemente Orozco, Frida Kahlo y David Alfaro Siqueiros, entre otros.

Este catálogo se ha ido conformando con piezas llevadas a la galería por coleccionistas en busca de una opinión sobre su autenticidad; pero también por otros que, a sabiendas de que es falsa, intentan venderla y así recuperar la inversión hecha.

"El problema es que nunca viene el vendedor ni el falsificador a verme, sino el pobre coleccionista al que le vendieron la pieza o al que intentan vendérsela, que cuando viene a checar ya no encuentra al vendedor", explica Pérez Amor, cuya galería sólo acepta obra en consignación.

Lo que hace atractivo un falso, y ahí radica el engaño, es que su precio se ubica de 30 a 50 por ciento por debajo de su cotización en el mercado. Son verdaderas gangas, que de tan tentadoras hacen caer a más de un inexperto.

Según Pérez Amor, suele ser el comprador incauto, sin conocimientos de arte ni hábito de visitar museos y galerías, el blanco de los falsificadores.

"En general, es difícil que una gente que va a galerías, compra libros y visita museos adquiera un falso", dice.

Los falsos se mueven a través del comercio informal con los denominados "cajueleros", que venden en las calles; y, de acuerdo con Pérez Amor, entre el falsificador y el comprador hay una cadena de por lo menos tres o cuatro intermediarios.

"Los cajueleros son ignorantes en cuestiones de arte y se pasan un cuadro de uno a otro, entre tanto intermediario se pierde...

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