El destino de Luis Donaldo

AutorSamuel Palma César

Un rasgo de la identidad de Donaldo consistió en una biografía que conjuntó los valores y ambiciones de su cultura con una propensión clara hacia la política, un sentido nacionalista muy arraigado -extraño en las élites preparadas en el extranjero-, una perspectiva regional manifiesta en la cultura del esfuerzo, la verticalidad y la honestidad, una inclinación personal a la poesía y la literatura, combinado con una rara modestia, llegando a lindar en la timidez provinciana.

En una de las primeras notas elaboradas sobre el tema de la eventual postulación de Donaldo como candidato presidencial, se mencionaba como obstáculo importante el ser un "non nato". Por ello se hacía referencia a su condición extraña hacia el grupo de los cercanos del presidente Salinas; también al grupo eje del proyecto modernizador, muchos de los cuales se vincularon al Banco de México; así como su lejanía respecto de "intereses duros" a través del manejo de influencias o de participación en negocios.

Para una persona con esas características, no sería sencillo resolver su desempeño en la política, máxime en una de las etapas más acerbas del poder presidencial. Como finalmente ocurrió, el despliegue de los elementos de la identidad de Donaldo estaba en riesgo de entrar en conflicto con ámbitos de poder, especialmente en una etapa que confundía lealtad con complicidad.

El acto de la sucesión gubernamental mexicana resultaba complejo, pues el Presidente ejercía su facultad para designar sucesor. Sin embargo, en la línea que dibujara Gastón García Cantú, parecía emerger una polémica sobre el presidencialismo mexicano, consistente en ampliar la facultad presidencial de poner candidato, para extenderla a decidir qué hace y cómo actúa el candidato.

¿Por qué me hace esto el Presidente?

En efecto, Donaldo recibió notas para su intervención del 8 de diciembre de 1993, fecha en la cual rendiría protesta como candidato a la Presidencia de la República, de alguna de ellas subrayó dos líneas que pidió se insertaran en su texto. En una conversación posterior inquiría si se habían cumplido sus instrucciones, por respuesta se le acercó una impresión del escrito corregido; al verificarlo Donaldo comentó: tuvimos que pedir opinión, ¡es la última vez que lo hacemos!

Es evidente; Donaldo quería su propio espacio de maniobra y no estaba de acuerdo con una actuación sujeta al control presidencial, pero todo indica que tal y como Zedillo se lo sugería a Colosio en la propuesta de "pacto", el Presidente sí lo esperaba.

Los "desajustes" no cesaban. Donaldo recibió la propuesta del Presidente de no comenzar su campaña por la irrupción del movimiento armado en Chiapas y atendiendo el señalamiento postergó su inicio, pero llegaban días difíciles por la inactividad, un gran contrasentido para un candidato. Para el 10 de enero de 1994, Donaldo decidió desoír la recomendación presidencial. Después de un largo debate se convenció de la conveniencia de iniciar campaña. Como una especie de sentencia, al final comentó: alea iacta est (la suerte está echada).

La respuesta fue rotunda: cuando su candidato arrancaba campaña, ese mismo día, el Presidente daba a conocer los nombramientos del comisionado para la Paz en Chiapas, para la Secretaría de Gobernación y para la Procuraduría General de la República, en los espacios noticiosos la atención al inicio de la campaña del PRI quedaba relegada.

Los mensajes no podían ser más duros y Donaldo así lo registraba: ¿Por qué me hace esto el Presidente? Es un hecho, la campaña no tenía el desempeño esperado, ¿a qué se debía? Un intento de explicación es buscar la respuesta en los aspectos domésticos, la conformación del equipo, la logística, la estrategia, etcétera; otra posibilidad se encuentra en aspectos de carácter estructural, en el marco del presidencialismo. En este último ámbito parece hallarse la verdad.

El peso de Salinas

Las dificultades de Donaldo se derivaron de la percepción de un Presidente dubitativo en cuanto a su conformidad con el candidato y, en cierta forma, anuente hacia la posibilidad de relevarlo; la institución presidencial ordenaba o desordenaba procesos, uno de los momentos más...

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