El destierro visto por Poli Délano

AutorDaniel de la Fuente

La obra y trayectoria del narrador chileno Poli Délano permiten la reflexión sobre dos aspectos que continuamente se pueden apreciar en los protagonistas de la literatura en América Latina: el primero, que es un escritor proveniente de un golpe de Estado, y que vivió de 1974 a 1984 en el exilio. Veinte años.

El segundo, que a la par de su actividad literaria realiza periodismo, oficio del que, no es un secreto, han surgido casi todos los escritores de este continente.

Frente a la reciente aparición de la antología que le publicó la editorial Grijalbo-Mondadori, "Cuentos casi Completos", Délano evoca el destierro, esa atroz neblina de la que pocas veces logra liberar a su memoria.

Lo narra, no sin antes recordar sus inicios en la escritura por algo que le suena sencillo: desde niño sintió el íntimo llamado de la literatura cuando en la biblioteca de sus padres encontró los mundos que lo habrían de acoger pronto para beneficio de la ficción. Esa ficción que con el tiempo, según sus críticos, Poli volvería atractiva por su cercanía con la realidad, por contar historias reconocibles en que el amor, la lucha social y la aventura son motivos principales.

"Aunque entre mis primeros cuentos y los más recientes hay cuando menos 40 años de distancia", explica el autor nacido en Madrid en 1936, "no encuentro grandes cambios en las temáticas -el azar, la nostalgia, también el desarraigo- excepto el manejo de los instrumentos del oficio.

"Sin duda, un aspecto que me marcó profundamente fue el exilio. Se podría hablar que hay un Poli Délano antes del golpe y otro después del golpe (del criminal Augusto Pinochet al Presidente Salvador Allende, en 1973), porque mi vida cambió totalmente de rumbo", indica.

El cambio al que se refiere Poli fue dramático: tuvo que enfrentar un repentino cambio de domicilio, la separación de su familia inmediata, el dolor por la muerte de amigos y el fin de una carrera como catedrático, de la que dice, tampoco se arrepiente mucho.

"El exilio significó años de no poder entrar a mi país, aunque esto me fue generando mayor adhesión con mis principios, con la causa que me había llevado a ser ferviente del Partido de la Unidad Popular y de Allende. Fue un golpe tan duro, que aún hoy lo recuerdo, y es que Chile en aquellos años era un lugar aislado, una isla sin comunicación con el exterior, aspecto reforzado sobre todo porque tiene como frontera al sur la Antártida, al norte, el desierto más seco del mundo; al este, una de las...

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