El desplome de ABB y su gestor estrella

AutorDan Bilefsky y Anita Raghavan

The Wall Street Journal

ZURICH - Jürgen Dormann, presidente ejecutivo de ABB Ltd., empieza la mayoría de sus jornadas laborales leyendo los correos electrónicos que hablan mal de él. Y ese tipo de mensajes abundan, como por ejemplo la nota enviada recientemente por un empleado que pregunta: "¿Cómo nos metieron los ejecutivos en este lío y qué piensa hacer al respecto?".

Buenas preguntas. Durante los 90, ABB era considerada la General Electric de Europa. Su carismático presidente, Percy Barnevik, fue comparado con Jack Welch, de GE, y alabado en las portadas de las revistas de negocios. La compañía se convirtió en una potencia global en la producción de equipos de generación eléctrica, desafiando a titanes de la talla de Siemens AG y la propia GE.

Pero Barnevik se vio forzado a abandonar su cargo, dejando atrás una ABB cargada de deudas y demandas y con una acción vapuleada. Ahora, la compañía intenta impulsar una gran reestructuración, recortando puestos de trabajo y reduciendo drásticamente su tamaño, al tiempo que afronta enormes responsabilidades legales en demandas relacionadas con casos de intoxicación con asbesto. ABB, que en algún momento llegó a tener una capitalización de US$40.000 millones, vale ahora alrededor de US$3.910 millones. Los analistas predijeron que este año registrará pérdidas por US$600 millones, con ingresos en torno a los US$23.000 millones.

Barnevik se convirtió en una estrella gracias a un conjunto de acuerdos e innovaciones en el terreno de la gestión, pero posteriormente, varias de esas estrategias fracasaron.

Gran parte de las compañías que adquirió resultaron ser deficitarias y una de ellas metió a ABB en el lío del asbesto. La estructura de gestión descentralizada que Barnevik creó para las unidades más remotas de la compañía acabó generando conflictos y problemas de comunicación entre departamentos. Los inversionistas se asustaron ante las revelaciones sobre la exposición al problema del asbesto, los malos resultados y la pensión de US$87 millones que Barnevik negoció antes de irse.

Las dificultades de ABB subrayan los peligros de confiar demasiado en un gestor estrella. El carisma de Barnevik y su clara visión para ABB lo ayudaron a transformar la compañía en una potencia global, pero esas mismas virtudes hicieron que la plana directiva se mostrara renuente a desafiarlo cuando consideraban que había cometido un error.

"Cuando Percy empezó con su ola de adquisiciones carecíamos de un objetivo claro... la...

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