Despertar a la sexualidad

AutorVivianne Hiriart

Aprovechando que es el mes de la infancia y que mañana se celebra el Día del Niño, hablemos un poco de sexualidad infantil, manifestaciones, preocupaciones y puntos a tomar en cuenta.

Sexualidad tenemos a lo largo de toda la vida; desde que nacemos hasta que nos morimos, sólo que va cambiando la forma en la que la vivimos, el significado que le damos y su función.

Se ha visto que los varones presentan erecciones desde que están en el vientre de la madre. Y una vez nacidos, los bebés suelen presentar erecciones reflejas casi cada hora y media. Puede suceder cuando les cambian el pañal y en otras ocasiones. Las niñas, por su parte, presentan entumecimiento de los labios de la vulva y del clítoris. Sin embargo, eso no quiere decir que haya una excitación sexual como la entendemos en el caso de un adulto.

Los juegos sexuales

La curiosidad sexual es parte del desarrollo normal de niños y niñas. Casi desde que empiezan a tener control sobre sus movimientos, empiezan a jugar con distintas partes de su cuerpo, y los genitales no son la excepción. Es como una manera de descubrir e integrar lo que tienen y sienten, de ubicar sus fronteras y su ser.

Conforme van creciendo, la curiosidad se va ampliando y las manifestaciones suelen hacerse más evidentes. Entre los 2 y los 5 años, las niñas se tocan la vulva con frecuencia, a veces cuando las bañan, otras simplemente mientras ven la tele o se toman la leche y los niños juegan con su pene, lo tocan, lo jalan e incluso se sorprenden y muestran a otros las reacciones que tiene cuando lo tocan.

La curiosidad por los órganos sexuales aumenta conforme el niño o la niña va siendo consciente de la existencia de dos sexos distintos y empiezan a presentarse juegos que incluyen la exploración de los propios genitales o los de otros. Es decir, empiezan a jugar al doctor o al papá y la mamá. Sus juegos pueden incluir besos, abrazos y mirarse los genitales.

A veces se presentan entre niños y niñas, pero también se dan entre dos o más niños del mismo sexo. También les llama la atención el cuerpo de los adultos y las diferencias que tiene con el suyo y el de las personas del otro sexo, por lo que miran con curiosidad cuando se bañan con sus padres.

La mayoría de las veces estas conductas responden a una auténtica y espontánea curiosidad por conocer y comparar, lo que les ayuda a estructurar su identidad sexual, a ubicarse a sí mismos como miembros del sexo masculino o femenino. Sin embargo, algunas veces, la...

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