Despacho de Negocios / Va por el sí de Toyota

AutorAlejandro Delgado Ayala

Hace un par de semanas se hizo pública la intención de la empresa automotriz japonesa más grande del mundo de invertir en una nueva planta de ensamble y manufactura para la producción de automóviles.

La inversión, según se anunció, podría ser radicada en México o en la parte sur de los Estados Unidos.

El impacto y beneficios que tiene un proyecto de instalación de una planta armadora de automóviles son grandes.

En virtud de que las inversiones en bienes de capital que tienen que realizar son realmente enormes y el objetivo obligado de generar grandes escalas de producción con el fin de reducción de costos y generación de masa crítica para proveedores estratégicos, las armadoras concentran en un solo punto proyectos de manufactura que generan miles de empleos directos e indirectos y una derrama económica que tiene un gran impacto para toda una región.

Los ejemplos de lo anterior son evidentes: Nissan en Aguascalientes, que le cambió la faz económica de dicha ciudad, generando decenas de miles de empleos directos e indirectos, e impactando a cientos de empresas de la región; Volkswagen en Puebla igualmente cambió por completo la geografía económica de la ciudad y del Estado en los años 70 y se ha convertido en el principal empleador y generador de producción en la región; lo mismo podemos decir de Chrysler en Ramos Arizpe, Coahuila, y del más reciente macroproyecto que hace dos años arrancó Ford en Sonora, con inversiones directas superiores a los 1.7 mil millones de dólares y la instalación de siete empresas proveedoras más ("tier one") que invertirán otro tanto en conjunto y generarán cerca de 10 mil empleos directos.

Así pues, resulta evidente que el proyecto nuevo de Toyota es de suma importancia para cualquier país y cualquier Estado de la República. La historia reciente de Toyota en el País resulta importante para poder entender lo que debemos y lo que no debemos hacer en la atracción de dicho proyecto.

Recordemos, para empezar, que los Estados fronterizos de los EU son igualmente agresivos en la atracción de inversión y que nuestro argumento de que es más barato producir en México no es tan cierto en la industria terminal automotriz, pues la mano de obra representa menos del 2 por ciento del costo final por unidad y el costo de hacer negocios, incluyendo tiempo de entrega y costo de transporte, es más alto en México.

Prueba de lo anterior es el famoso proyecto de la misma Toyota que perdimos ante San Antonio, Texas, hace cerca de tres...

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