Desigualdad, corrupción y Lord Acton/Inequality, Corruption and Lord Acton.

AutorMorris, Stephen D.

El poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente... John Dalberg-Acton Los ingleses aprendieron tarde en el siglo XVIII que "influencia" es solamente un eufemismo de "corrupción", pero la ciencia política contemporánea escogió ignorar la lección. (1) Adam Przeworski (2010: 97) INTRODUCCIÓN

Un gran número de investigaciones destacan una relación entre la desigualdad y la corrupción. A nivel macro, estudios empíricos confirman una relación directa e indirecta en dirección positiva (mayor desigualdad, mayor corrupción) y recíproca (causa y efecto mutuo). Otros estudios a nivel micro demuestran como los ricos y los pobres conceptualizan a la corrupción y se comportan de maneras distintas. Sin embargo, la mayoría de estos trabajos tienden a tratar la desigualdad en términos económicos (la distribución de ingreso), no políticos, y la corrupción en forma genérica. En cambio, el ensayo actual, inspirado en el dicho de Acton en el epígrafe, pretende explorar el impacto de diferentes niveles o desigualdades de poder sobre distintas formas de corrupción. Intenta ofrecer un enfoque amplio que incorpora en un solo modelo a la corrupción estructural, institucional, legal, convencional, y la corrupción política y administrativa, ligando estas a distintas categorías de poder y desigualdad.

El trabajo procede de la siguiente manera. En primer lugar ofrece una breve reseña de las diferentes investigaciones sobre los nexos entre la desigualdad y la corrupción. Lo anterior subraya cómo una serie de investigaciones interdisciplinarias contribuyen a establecer la importancia de la desigualdad para entender la corrupción. Enseguida, utilizamos el dicho presentado en el epígrafe por Acton, que liga el poder con la corrupción como punto de partida para diferenciar los niveles de poder--lo que Johnston y Fritzen (2021: 21) refieren como "desbalances de poder"--y diferentes formas de corrupción respectivamente. A partir de categorías generales, estos niveles de desbalances de poder van desde el poder absoluto, asociado con el poder abrumador de construir el concepto de la corrupción, hasta el poder de distorsionar la implementación o administración de la política pública ligado a la corrupción ilegal y administrativa.

LA DESIGUALDAD Y LA CORRUPCIÓN

La literatura sobre la corrupción apunta a diferentes dimensiones de la relación desigualdad-corrupción. Estudios empíricos multinacionales, por ejemplo, que tienden a enfocarse en la distribución de ingresos y percepciones de corrupción, señalan que los países con mayor desigualdad económica tienden a sufrir may ores niveles de corrupción (Casas-Zamora y Carter, 2017; Husted, 1999; Swamy et al, 2001; You y Khagram, 2005). (2) Explican la relación sosteniendo, por un lado, que los sectores con más recursos económicos poseen mayores oportunidades para influir en el gobierno por medio de la corrupción (Ariely y Usla ner, 2017; Bardhan y Mookherjee, 2000; Gleaser et al, 2003; You y Kaghram, 2005). (3) A nivel estructural, esto incluye el uso de sus recursos para capturar al Estado o sus instituciones. El estudio de Oxfam (2018), por ejemplo, destaca la captura del Estado en los países latinoamericanos como consecuencia de la desigualdad (véase también Hernández, 2015). Desde una perspectiva extrema, vale recordar cómo Karl Marx teorizó hace más de un siglo sobre la captura total del Estado por parte de una clase social, calificando así al Estado como un mero epifenómeno al servicio de la burguesía (la dictadura de la burguesía) diseñado para reproducir las relaciones capitalistas y crear una ideología súperestructural para legitimarlo (Cantamutto, 2013).

No es solo la presencia de los ricos en una situación de desigualdad lo que facilita la corrupción. También, por crear una amplia clase de pobres, la desigualdad coadyuva a la corrupción. La desigualdad no solo "permite que los ricos socaven las instituciones políticas, administrativas y legales de la sociedad" sino también "reduce los medios por los cuales los pobres pueden hacer que los poderosos rindan cuentas por sus acciones" (Casas-Zamora y Carter, 2017: 34). La pobreza, además, fomenta relaciones clientelares (Uslaner, 2008: 23-24), la compra-venta y coacción del voto, el silencio y la cooperación y, según Pelizzo y Stapenhurst (2014: 15), una mayor tolerancia hacia la corrupción porque los pobres la tienen que utilizar para acceder a los recursos (Carrasco et al ., 2020; Zakaria, 2018). En suma, la corrupción, como señala Alina Mungiu-Pippidi (2006: 87), "refleja la distribución feroz del poder". O como concluye Adam Przeworski (2010: 97): "la corrupción de la política por dinero es un aspecto estructural de la democracia en sociedades económicamente desiguales".

Esta relación causal en la cual la desigualdad genera la corrupción también funciona de forma indirecta a través de su efecto sobre otros factores asociados a la corrupción. Sociedades desiguales también tienden a sufrir de bajos niveles de confianza, educación y participación ciudadana y ser menos democráticos: factores que, según diversos análisis, contribuyen a la corrupción (Boix, 2013; Houle, 2009; Morris y Klesner, 2010, Uslaner, 2008; You y Kaghram, 2005). La investigación multinacional por Eric Uslaner y Bo Rothstein (2016) confirma una correlación entre el nivel de educación nacional en el año 1870 con los niveles de corrupción registrados 140 años después. La clave, según ellos, es el impacto de la educación en los niveles sociales y económicos de igualdad y los esfuerzos relacionados en turno para construir el Estado y las instituciones de la rendición de cuentas durante el siglo xix.

La literatura destaca también que la relación causal corre en la dirección contraria y que además de que la desigualdad produce la corrupción, la corrupción fomenta la desigualdad, creando así un círculo vicioso (Dincer y Gunlap, 2012). Recursos utilizados por los ricos, algunos obtenidos por medios corruptos, para controlar las instituciones y la política, trabajan a su favor y, por ende, "redistribuyen los recursos de la sociedad a ellos mismos" (Uslaner, 2008: 42). Esto ocurre no solo en actos individuales de la corrupción, sino en términos más bien estructurales por medio de la captura del Estado. Los estudios de Oxfam (2014, 2018) subrayan no solo la existencia de la captura del Estado en los países de América Latina anotado antes--facilitada por los altos niveles de desigualdad--sino también cómo esto genera políticas fiscales que mantienen y empeoran esta desigualdad.

Además de la relación mutua vista desde el nivel macro, investigaciones desde el nivel micro indican que la desigualdad también afecta la construcción del concepto de la corrupción, su significado y la conducta de los individuos al respecto. A partir de diferentes sondeos sobre las percepciones de la corrupción, varios investigadores encuentran diferencias entre las opiniones sobre la corrupción expresadas por los expertos, la gente de poder, educación y dinero, por un lado, y el público, por otro lado (Morris, 2018; Razafindrakoto y Roubaud, 2010; Redlawsk y McCann, 2005). Shaun Bowler y Todd Donovan (2016: 273), por ejemplo, al destacar esta diferencia, concluyen en su estudio empírico que "muchos Americanos (sic) [estadounidenses] parecen tener un sentido diferente de la corrupción" que las definiciones estándares. Por un lado, los expertos y gente de poder tienden a concebir la corrupción de una manera más estrecha, restrictiva y limitada. Utilizan la ley escrita como el estándar que delimita y define la corrupción. En cambio, la gente común tiende a emplear una perspectiva mucho más amplia y más ambigua de la corrupción. En lugar de emplear la ley como re ferencia única, la gente tiende a asociar la corrupción con la exclusión política, el desapoderamiento, y la falta de representación y justicia (Razafindrakoto y Roubaud, 2010; Rusciano, 2014: 42, Uslaner, 2008; Rothstein, 2011). (4) Eric Uslaner (2008) sugiere que de hecho la gente se molesta más por la corrupción que beneficia a las clases privilegiadas y no tanto por la corrupción pequeña de bajo nivel, a la cual conciben como necesaria para sobrevivir. Debido a estas diferencias, Frank Rusciano (2014: 42) concluye que "tanto más empoderados los ciudadanos, menos corrupta perciben su nación".

En este nivel micro, la desigualdad no solo influye en los enfoques, significados o percepciones de la corrupción. Según estudios de psicología social, la desigualdad también afecta la conducta de los individuos debido a que gente con poder y dinero tiende a conducirse de forma más corrupta que la gente sin poder y dinero. Al revisar los resultados de una serie de experimentos, por ejemplo, Dacher Keltner (2016), autor del libro La paradoja del poder, concluye que los ricos y los poderosos tienden a demostrar menos empatía y menos moralidad, y, por lo tanto, una mayor tendencia a hacer trampa y desobedecer las reglas: "son los ricos y poderosos quienes no juegan según las reglas" (p. 130). Además, aclara que "el poder nos vuelve ciegos a nuestras propias faltas morales, pero nos mueve indignados cuando otros cometen las mismas faltas morales" (p. 131) (véanse también Costa-Lopes et al ., 2013; Keltner, 2012; Keltner y Lerner, 2010; Kipnis, 1972, 1976; Rind y Kipnis, 1999; Wang y Murnighan, 2014).

En suma, la literatura interdisciplinaria muestra, desde perspectivas y ángulos diferentes, una relación positiva y mutua entre la desigualdad y la corrupción. Hasta cierto punto los estudios confirman la primera hipótesis de Acton de que el poder tiende a corromper. Pero en la mayoría de los casos, estos estudios abordan la desigualdad en términos económicos en vez de abordarla en términos de distribución de poder, desbalances de poder o influencias (las excepciones son los experimentos sociopsicológicos). Al mismo tiempo, en lo general, estos estudios tienden a tratar la corrupción genérica sin diferenciar las distintas formas de...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR