Desequilibrio de poderes

AutorUlises Beltrán U.

México es una democracia representativa con división de poderes. El electorado es convocado en las campañas electorales y, con su voto, delega su mandato a sus representantes por un periodo limitado y renuncia a una participación directa en la definición de los cambios institucionales y de las políticas públicas.

El orden constitucional se preserva así por un ejercicio de la autoridad basado en el equilibrio y el balance entre poderes. Madison expuso las ventajas de la democracia representativa, en particular como la mejor manera de evitar que un líder popular pudiese invadir la esfera de poder constitucional de los otros poderes (encroach) convocando al público a su causa (El Federalista, No. 49).

En la medida en que la deliberación democrática ocurre en los ámbitos de la representación y no en la plaza pública, cada quien ejerce su función en balance y equilibrio.

La comunicación política moderna, basada en un conocimiento objetivo de la opinión pública que orienta el diseño profesional de los mensajes, impone un reto formidable a este cuidadoso equilibrio entre poderes. Cuando uno de los poderes convoca o se apoya en la opinión pública para invadir la esfera de responsabilidades del otro (goes public, en la afortunada frase de Samuel Kernell), amenaza este delicado equilibrio.

En cualquier sistema, el Ejecutivo fija la "agenda pública"; determina en los medios y, por tanto ante el público, la importancia relativa de los asuntos de interés nacional. Puede hacerlo por dos razones principales: la Constitución le otorga una mayor capacidad de iniciativa ante los otros poderes y por su posición privilegiada en los medios que deriva de su naturaleza por lo general unificada; es decir, porque tiene una sola voz.

La naturaleza plural y deliberativa del Legislativo, por el contrario, dificulta la construcción de un mensaje único y claro y el Judicial ejerce su función en un ámbito de discreción.

El Poder del Ejecutivo descansa básicamente en su capacidad de negociar entre facciones e intereses y se apoya en dos pilares principales, el prestigio de quien lo ejerce y los arreglos institucionales que norman su actuación (Neustadt, 1964).

El prestigio del titular del Ejecutivo es contingente, los arreglos institucionales no; están delimitados, en lo fundamental, en la Constitución, pero la autoridad para legislar por decreto le da un amplio margen.

Ciertamente, la historia reciente de la Presidencia mexicana como institución es una historia de...

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