Describe Padura costos de libertad

AutorSilvia Isabel Gámez

Se define como un escritor de novelas policiacas poco ortodoxo porque no sigue todas las reglas, pero en su nuevo libro, Herejes, el cubano Leonardo Padura echó mano de una estrategia del género para dar un hilo conductor a la historia: el objeto perdido. Nada menos que un cuadro de Rembrandt.

"Es el retrato del joven Elías Ambrosius, con el cual Rembrandt trató no solamente de retratar a un judío, sino de pintar a Cristo", explica Padura. "Al principio de la novela se sabe dónde está el cuadro, pero el lector tendrá que seguir las 520 páginas del libro para saber por qué llegó a ese lugar".

El personaje fetiche de Mario Conde, el ex policía transformado en vendedor de libros viejos, regresa en Herejes más desencantado que nunca, en el año de 2007.

"Es lógico, por una razón fisiológica, está en la mitad de la cincuentena", señala el autor, "y sobre todo porque tiene la sensación de que entiende menos el mundo que le rodea, un mundo de tribus urbanas que lo deja completamente desubicado".

La libertad es el tema central de la novela, encarnada en los personajes que se cruzan en el libro: Elías Ambrosius, el judío sefardí que en el Ámsterdam del siglo 17 quiere ser pintor; Daniel Kaminsky, el judío askenazi emigrado que se mueve entre las décadas de 1940 y 1950 en Cuba y luego en Miami, y la emo Judy, contemporánea del Conde.

Padura enfrentó el desafío de convertir la curiosidad en conocimiento, se adentró en la biografía y la obra de Rembrandt, y en la historia, la cultura y la religión judía. Kaminsky era el personaje de una novela que no concluyó -su título tentativo era El clan disperso-, pero que no dejó de perseguirlo.

"Ese proyecto es un poco la madre de Herejes y de la próxima novela que voy a escribir. Ahí contaba la historia de cuatro amigos, y uno era Kaminsky. Lo que quiero escribir ahora es la historia de otros dos amigos, uno se va a Estados Unidos y otro se queda en Cuba, un poco contar dos vidas paralelas que fracasan y se reencuentran al final, y tratar de encontrar las razones por las que se produjo esa dispersión, esa diáspora en la historia contemporánea de Cuba".

Ese fue el principio, pero en un folleto donde se afirmaba -equivocadamente- que Rembrandt era judío encontró el sentido de la novela. Se propuso contar cómo el individuo, a través de la historia, en sociedades aparentemente libres, se ha visto obligado a pagar un alto precio por ejercer su libertad.

"En el caso cubano le veo una significación especial a través de...

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