Describe la evolución de la lectura

AutorMarcela Dávalos

Como casi todos los libros que se leen en la actualidad, el de Robert Darnton seguramente también será leído secuencialmente; sin embargo, por la estructura con que fue diseñado, el contenido de los artículos, su encadenamiento y sin duda por su contenido, pareciera que su traductor y editor, Antonio Saborit, invitase a sostenerlo en el regazo y a leerlo en voz alta, como jugando a ser hombres del Antiguo Régimen. ¿Cómo leía la gente en aquellos siglos? Sus lecturas eran segmentadas sin que reinase la intención de comenzar por la primera página y terminar en la última; se detendrían en pequeños fragmentos llevándolos consigo durante días, anotarían reflexiones en los márgenes de las hojas o sacarían apuntes que les serían útiles para ordenar su mundo. Fue hasta el siglo 19 que la novela impulsó el hábito de recorrer los libros de principio a fin. Ni la lectura, ni los libros como objeto, ni su sociabilización, ni su percepción han sido los mismos a lo largo del tiempo, cada época elabora la construcción social de su realidad.

En El coloquio de los lectores (FCE, 2003) se nos incita a capturar los procesos mentales con que los lectores del Antiguo Régimen se apropiaban de los textos, cuestionando la posibilidad de considerarlos monolíticos. Los letrados parisinos del siglo 17 no tenían ni el mismo sentido del humor, ni exponían las tramas de los relatos, ni daban relevancia a gestos que hoy son significativos. Todos los artículos de Darnton se entretejen mostrando cómo lenguaje y percepción crean mundos propios: desde los que nos remiten al antiamericanismo del siglo 21 hasta los que nos vinculan con las cortesanas de "Sexo para pensar", pasando por las protestas de Robespierre contra la virtud enaltecida por Eglantin o por los que exhiben las distintas lecturas de MoliÅre y Shakespeare, cada escrito nos transporta al mundo literario limítrofe, a la revolución de 1789.

Además de su perseverancia para dar seguimiento a la recepción literaria de una época y de hacer experimentar el vértigo de sabernos extraños en ese mundo, Darnton dirige la mirada a los códigos sociales aristocráticos del Antiguo Régimen y a los arrebatos de los revolucionarios franceses por destruirlos. Hoy, al menos abiertamente, ninguna mujer diría que mientras más sexo tuviera, más inteligente sería. Si se me permite exponer abruptamente la reflexión dartoniana, las heroínas de la pornografía de principios del 18 aceptaban que la estupidez disminuía mientras más...

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