Valdamientos/ A desalojar

AutorJorge Valdano

En Sudamérica empezó la carrera hacia el Mundial del 2002. Como todos ustedes saben, no se llaman clasificatorias, sino eliminatorias. En futbol todo apunta al dramatismo de los resultados, por lo tanto, el nombre de la larga competición alude a los muertos que quedarán en el camino, antes que a los gloriosos privilegiados que lograrán llegar a Corea/Japón. No es de extrañar que prospere la idea de que, en futbol, ganar es lo primero. Yo creo que es lo último, primero está poner las condiciones para ganar. Una de las condiciones suele ponerla la historia, que marca un estilo de hacer las cosas. Me dicen, por ejemplo, que el día que Brasil juegue en serio nadie le podrá ganar. Pues jugando en broma no les fue tan mal. Cuando Lazaroni se hizo cargo de la selección brasileña en Italia 90, gastó palabras como "sacrificio" y "disciplina"; habló de un equipo tácticamente estricto, de profesionalismo puro, y de despedirse del romanticismo. Aspiraba, deduzco, a una selección con valores japoneses, sólo que con jugadores brasileños. Lazaroni decía entonces que eso era "lo moderno" y concluía: "Está bien que divirtamos al mundo, pero está mal que divirtamos a los adversarios. Se equivocaba, porque lo moderno no es lo mismo en todos los países, porque es siempre un error contrariar la sensibilidad colectiva, y porque imitar a los innovadores no significa innovar. Aquel equipo no dejó nada para el recuerdo... y quedó eliminado en octavos.

De historias de desubicados está el futbol lleno, da igual que hablemos de la Selección de Brasil que del equipo de mi pueblo. Hugo Arduzzo, por ejemplo, entrenaba a Sportivo de Las Parejas a finales de los sesenta. Tenía lenguaje, pero no tenía ideas. Peor aún: tenía malas ideas. Se hacía el Menotti y, cuando entraba en trance, se olvidaba de dónde estaba. En plena hemorragia verbal de una charla técnica, clavó sus ojos en el "Negro" Cardoso, lateral derecho de poco menos de 40 años al que le sobraban kilos, varices y sentido común. "Usted Cardoso", empezó el entrenador, "olvídese de su puesto. Hoy lo necesitamos para tareas más ambiciosas, porque tenemos que aprovechar la banda derecha en toda su extensión. Cuando nuestro equipo recupere la pelota usted, automáticamente, sale como un rayo hacia arriba". El "Negro" Cardoso lo devolvió a la tierra con una sola pregunta: "¿Y a qué hora vuelvo?". Ese tipo de realismo le está faltando al futbol de hoy.

En osos tiempos la moda era "el catenaccio" y Sportivo había jugado...

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