Los desafíos de Dilma Rousseff

AutorHernán Gómez Bruera

Lula da Silva, el primer obrero metalúrgico en ocupar la Presidencia de Brasil, ha entregado la banda presidencial a Dilma Rousseff, la primera mujer en ocupar la primera magistratura de esa nación. En su discurso de investidura Rousseff resumió las claves de lo que intenta ser un gobierno de continuidad, tanto en las grandes líneas y estrategias como en el grupo gobernante que habrá de impulsarlas. Al ratificar a figuras clave del lulismo, y nombrar nada menos que a 14 ministros que también lo fueron durante el gobierno anterior, queda clara la intensión de continuar por la senda transcurrida hasta ahora.

Para Rousseff, el gran reto es consolidar "la obra transformadora del presidente Lula" y ampliar las conquistas de su gobierno, como lo señaló en su discurso inaugural. De esa forma, Brasil lograría constituirse en "una de las naciones más desarrolladas del mundo" y en un país con una clase media "sólida y emprendedora". Para ello es necesario mantener el ciclo actual de crecimiento, asociado a fuertes programas sociales. Así, la erradicación de la miseria aparece como la gran prioridad de esta administración.

Durante los últimos ocho años Brasil registró un inédito proceso de movilidad social ascendente: 27 millones salieron de la miseria y casi 35 ingresaron a la clase media. Una parte importante fue resultado del crecimiento económico de los últimos años, pero también de la ambiciosa política social implementada a partir de 2003. Para acabar con la extrema pobreza que todavía afecta a 18 millones de brasileños, Dilma detallará en las próximas semanas un plan que ampliaría el actual programa Bolsa Familia -a través del cual casi 13 millones de familias reciben una transferencia monetaria de acuerdo al número de hijos que asistan a la escuela- pero también buscaría impulsar nuevas iniciativas que permitan a aquellas familias que han logrado salir de la miseria encontrar alternativas que hasta ahora no han sido diseñadas.

Algunos analistas brasileños plantearon en los últimos meses que Dilma podría hacer un gobierno más a la izquierda que el de Lula. En efecto, Dilma viene de una clara militancia marxista y su figura estuvo asociada al sector más desarrollista de la administración anterior. Ese sector se caracterizó por promover el papel del Estado en la economía, así como por presionar para que se relajaran las metas de superávit fiscal a fin de promover mayor inversión pública y alcanzar tasas elevadas de crecimiento económico.

Hasta...

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