Denise Dresser / ¿Guerra perdida?

AutorDenise Dresser

Nunca, nunca, nunca hay que creer que la guerra será tranquila y fácil, o que quien embarca en ese viaje extraño podrá medir las mareas y los huracanes a los cuales se enfrentará. El hombre de Estado que cede a la fiebre de la guerra debe darse cuenta de que cuando da la señal de emprenderla, ya no es el amo de la política sino el esclavo de eventos imprevistos e incontrolables: famosas palabras de Winston Churchill que resuenan hoy a lo largo del país.

Este México nuestro de decapitados y calcinados, acribillados y secuestrados, una violencia que escala cada vez más y una estrategia gubernamental en cuyos resultados la población confía cada vez menos. Y la pregunta ineludible: ¿habrá algún día un ganador cuyo triunfo produzca la paz anhelada o los torrentes de sangre habrán sido en vano?

No es tiempo de caer en la tentación fácil de denominar a México como un Estado fallido. Pero sí es momento de preguntar -como lo hace Alma Guillermoprieto en el artículo "Murderous Mexico" publicado en The New York Review of Books- si ante la irrefrenable actividad de criminales altamente organizados, el Gobierno mexicano puede, de manera adecuada, asegurar la seguridad de sus ciudadanos en todo el país.

Actualmente, la administración calderonista parece incapaz de hacerlo en amplias franjas del México rural o en ciudades importantes como Monterrey y Ciudad Juárez. Resulta evidente que la estrategia gubernamental basada en una guerra frontal para atacar el enquistamiento criminal no está funcionando. Y lo que no sabemos es si cualquier estrategia alternativa podría tener éxito mientras persiste la demanda global de estupefacientes.

Mientras tanto, esta guerra repleta de sacrificios humanos, alianzas inconfesables, corrupción compartida y estadísticas calamitosas como los 28 mil muertos, no ha producido los resultados deseados. En lugar de reducir la violencia, ha contribuido a su incremento. En vez de contener a los cárteles, ha llevado a su dispersión. En lugar de mejorar la coordinación entre las agencias del sector de seguridad nacional, ha alentado la animosidad, la duplicación de funciones y el cambio constante de agendas. En vez de fomentar la colaboración entre los tres niveles de gobierno, ha acentuado su rivalidad. México hoy es un país más inseguro, inestable, violento que hace cuatro años cuando Felipe Calderón envió al Ejército a las calles. De poco sirve atrapar criminales cuando son procesados por un sistema judicial en el cual 75 por ciento...

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