Denise Dresser / Tiempo nuestro

AutorDenise Dresser

Puta. Yegua de Troya. Carmelita descalza. Agente del PRIAN. Incongruente. Falsa. Vendida. Éstos son tan sólo algunos de los epítetos que han sido lanzados en mi contra desde que dije que no descartaba una candidatura ciudadana a la Presidencia.

Desde ese día he escuchado y leído opiniones sobre mí y mis motivaciones que revelan el primitivismo político de Morena, el conservadurismo social del PAN, la suciedad con la cual el PRI acostumbra atacar, y también una misoginia acendrada que abarca incluso a la comentocracia "ilustrada".

He leído comentarios que a cualquiera que tenga una madre, una esposa, una hija o una hermana le debería dar vergüenza haber escrito. Y sin embargo aquí sigo, limpiando las cubetadas de testosterona que me avientan a diario.

Porque también he palpado la esperanza de los que sí entienden algo que podría parecer quijotesco, ridículamente idealista.

He recibido los mensajes de aquéllos con quienes he cabildeado, marchado, empujado, presionado, peleado a lo largo de los últimos 15 años, en un frente u otro. En la Suprema Corte contra la Ley Televisa y a favor de "Yo Contribuyente" y la despenalización del aborto. En la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal en el caso del News Divine y tantos más.

En el Senado oponiéndonos a la designación de Medina Mora e impulsando una Suprema Corte "sin cuotas y sin cuates". En la calle marchando por la justicia y la verdad en Ayotzinapa y una vida sin violencia para las mujeres de México.

En el INE tratando de lograr la cancelación del registro al Partido Verde. En las campañas electorales exigiendo la reducción del financiamiento a los partidos y la presentación del 3de3 porque si los candidatos no están dispuestos a hacer eso -lo mínimo- no merecen nuestro voto y mucho menos gobernar.

Asimismo, años de denunciar a los monopolios y a quienes los protegen. Años de defender la libertad de expresión cuando la coartan.

Yo y muchos más, impulsando la despenalización de la mariguana y el matrimonio igualitario y un Sistema Nacional Anticorrupción robusto apoyado desde abajo y desde afuera. Causas ciudadanas, todas. Causas que trascienden afiliaciones ideológicas y lealtades partidistas y geometrías políticas.

Causas que buscan un Gobierno más decente y menos decadente. Más representativo y menos rapaz. Más transparente y menos opaco.

Y entre lo mucho que hemos aprendido batallando en esas zanjas lodosas, incómodas, a veces...

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