Denise Dresser / No sólo el Metro

AutorDenise Dresser

En la tragedia de la Línea 12 murieron 26 personas. Muchas más resultaron heridas, y dejan atrás ausencias, vidas truncas y preguntas que el gobierno aún no puede o no quiere responder. Ante el dolor colectivo, presenciamos un Presidente desafanado, desentendido, más empeñado en recibir aplausos que en expresar condolencias. Esperábamos empatía y recibimos desidia; exigíamos responsabilidad y recibimos opacidad. Un gobierno que ha buscado culpables afuera, antes que admitirlos adentro. Un estilo de ejercer el poder con fallas tan sistémicas como las que evidenció el Metro. Y lamentablemente condensado en la respuesta de Claudia Sheinbaum a la investigación realizada por The New York Times, sobre lo que produjo el colapso de la Línea Dorada: la culpa es de "un medio que ha buscado confrontar a la Cuarta Transformación", detrás del cual hay "intereses no esclarecidos".

He ahí el estilo paranoide de hacer política. El cuento de la conspiración que López Obrador disemina a diario, y Sheinbaum calca en demérito a su inteligencia. En la narrativa del naufragio producido por otros, la culpa nunca la tiene el capitán ni los miembros de su tripulación. El error siempre es de los "conservadores" o los "aspiracionistas" o las "clases medias" o los "pasquines inmundos" o los que leen The Economist o Reforma. Los vagones del Metro cayeron 40 metros, provocando las heridas de Tania y la muerte de su hermana Nancy porque el mundo está contra Andrés Manuel. La víctima indefensa e imberbe. El hombre más poderoso del país, enfadado porque ya no está haciendo historia. Ya no mantiene y ensancha la coalición que lo llevó a la Presidencia. Ahora aliena incluso a quienes votaron por él en la CDMX. Golpe a golpe, descalificación tras descalificación, AMLO presume lo que ganó, pero es mucho más lo que perdió.

Perdió la aureola de invencibilidad que lo rodeaba, en la parte poniente de la capital, y en el Congreso. Perdió la épica de superioridad moral con la cual se regodeaba, despedazada por su alianza con el Partido Verde, y su acercamiento con el PRI. Ahora sólo queda un político pragmático, como tantos. Un político carismático como algunos. Alguien que gana y pierde elecciones, recibe votos de castigo, enfrenta límites al poder que quería ejercer sin cortapisas, y es fustigado por la prensa...

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