Denise Dresser / Descanchados

AutorDenise Dresser

Como kamikazes estrellándose contra los buques del enemigo. No había pasado ni una semana desde la toma de posesión, y las cabezas de la Cuarta Transformación ya estaban lanzándose contra la Suprema Corte de Justicia.

No habían transcurrido ni siete días desde la toma de protesta y el Presidente junto con los líderes de Morena en el Congreso decidieron arremeter contra la división de poderes.

La Corte -cumpliendo con sus atribuciones- aceptó revisar la acción de inconstitucionalidad sobre la Ley Federal de Remuneraciones de los Servidores Públicos, y suspendió su aplicación.

La respuesta no se hizo esperar y fue estridente. AMLO acusó a los Ministros de dar un "mal ejemplo", de no ser gente honesta o sensible, de no ser partidaria de la justicia.

Ricardo Monreal auguró un "episodio de confrontación" con el Poder Judicial. Mario Delgado presumió la desobediencia a la Corte, anunciando que el Presupuesto 2019 contendría los recortes aprobados.

Y después soltó la advertencia autoritaria: "Aunque se resistan habrá austeridad republicana".

Austeridad necesaria, aplaudida, exigida. Austeridad que el nuevo Gobierno debe aplicar, pero no de esta manera.

Con leyes mal hechas, mal redactadas, sin técnica legislativa básica, sin conocimiento de la normatividad que regula al Gobierno, sin entendimiento de la Constitución.

Con iniciativas basadas en el revanchismo o en la ignorancia y cuyo destino es predecible.

En la medida que la 4T se preocupa más por los mensajes que manda que por las leyes que elabora, muchas acabarán cuestionadas y en manos de la Suprema Corte.

En la medida que el nuevo gobierno se ocupa más de la política simbólica que de la política pública, asegurará la popularidad pero no una mejor gobernabilidad.

Arremeter contra los privilegios desmedidos es redituable y arranca aplausos; elaborar leyes que no corran en contra de la Carta Magna es difícil y producirá litigios sin fin.

Pero en vez de cuidar cómo y para qué hace las cosas, la 4T opta por el pleito.

En vez de pensar dónde sí vale la pena ahorrar y recortar de manera sustantiva y no solo publicitaria, AMLO elige el zafarrancho con la Corte.

Y esa opción facilona lo coloca en un sitio donde no debería estar: en la cancha de los Gobiernos democráticamente electos que des-democratizan.

En la cancha de líderes que excorian los procesos y las instituciones que los llevaron al poder.

Como advierten Steven Levitsky y Daniel Ziblatt en "How Democracies Die", ahora las democracias no...

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