Denise Dresser / La cuatitud

AutorDenise Dresser

"Que quien me investigue sea mi cuate para ver si favorecí a mi cuate", escribió la periodista Katia D'Artigues. He allí la frase lapidaria que resume la investigación sobre el conflicto de interés en México. He allí el resultado de llevar a cabo un proceso en el que quien decide si hubo conflicto de interés -Virgilio Andrade- llegó al puesto con un conflicto de interés. He allí el precio de que un empleado evalúe a su empleador en lugar de que un fiscal independiente lo haga. Todos exonerados, nadie acusado. Todos impolutos, nadie culpable. Todos actuando dentro de la ley, nadie en esa zona gris que permite violar su espíritu. La cuatitud. El tráfico de influencias. Los privilegios. Los favores. Y las exoneraciones a modo.

Después de 6 meses de investigación, un expediente de más de mil cuartillas, entrevistas con 111 funcionarios, revisión de cheques y contratos, y el escrutinio de contratos gubernamentales con el Grupo Higa, lo único que hizo Virgilio Andrade fue exponer cómo (mal) funciona el país. Lo único que logró fue evidenciar aquello que se ha vuelto cada vez más obvio. Las relaciones opacas, personales y discrecionales que rigen la vida pública y empresarial del país. La elasticidad en el concepto de "funcionario público" y las responsabilidades que entraña. La toxicidad con la cual Televisa participa en la política, en la construcción de la pareja presidencial, y en la actuación que ha tenido y tendrá. Las implicaciones que tiene para la rendición de cuentas la ausencia de instituciones y autoridades autónomas capaces de asegurarla. Las leyes elaboradas para que el conflicto de interés ni siquiera sea conflicto.

Por ello Virgilio Andrade puede encabezar y divulgar una investigación que constituye una burla a la inteligencia de la población. Una investigación que no pasaría la prueba de la probidad en cualquier democracia. Una investigación donde se deja de lado lo que llevó a las "interpretaciones" indignadas pero erróneas según Enrique Peña Nieto. Que el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, obtuvo un préstamo no bancario a una tasa del 5 por ciento de interés para comprar una casa a menos de su precio de mercado a un empresario que tiene 22 contratos celebrados con el gobierno. Que Angélica Rivera obtuvo un bono y una casa al salir de Televisa, a la par de facilidades inusitadas con las que cualquier otro ciudadano no cuenta para construir y pagar la Casa Blanca...

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