Denise Dresser / Un crimen más

AutorDenise Dresser

La noche del sábado mi madre de 83 años fue extorsionada. A medianoche hablaron a su celular y pusieron un audio con mi voz, diciéndole que yo había sido secuestrada. Amenazaron con matarme si ella no seguía instrucciones precisas, lo cual hizo sin chistar, pensando en las veces que me habían amenazado, anonadada ante la cantidad de información que los extorsionadores tenían sobre mí y sobre ella. Obedeció, convencida de que si no hacía lo que exigían, no volvería a verme viva. Salió de casa en piyama y pantuflas, manejó a donde le indicaron, dejó el carro en una esquina con las llaves puestas, ingresó a un hotel en Tlalpan y ahí pasó la noche en vela, recibiendo llamadas amenazantes cada hora, esperando la siguiente indicación. Cayó en la trampa que le tendieron con mucha habilidad y mucha información.

Le dijeron el número del cuarto en el que se había hospedado, le proveyeron datos específicos sobre sus hábitos y los míos, le exigieron que trajera consigo sus tarjetas de crédito y los números de sus cuentas bancarias. Estuvo ahí ovillada, con frío, con miedo, esperando la siguiente llamada. Temía que su celular estuviera intervenido; temía que el personal del hotel estuviera coludido. Por la mañana, escuchó pasos en el pasillo, se asomó, vio a alguien y le pasó una nota sigilosamente con un billete de 200 pesos, rogándole que hablara a su hermana en Monterrey. Su hermana me llamó directamente y así supe del trance. Entre varios buenos samaritanos, logramos que mi madre saliera del hotel a salvo, y finalmente la recibí en casa, llorando de alivio y de dolor y de impotencia.

No relato esta historia con el ánimo de victimizarme o recibir trato preferencial o suponer que nuestra angustia es superior a la de millones de mexicanos, víctimas de crímenes de mayor envergadura. Esos que son "como del odio de Dios". Aquí se perdió un carrito Nissan -comprado con gran esfuerzo- y mucha paz, pero no una vida. Mi madre es una guerrera; se repondrá, y volverá a saltar, inquebrantable, con gracia y elegancia por encima de cualquier obstáculo. Pero sí quisiera alertar a mis lectores y a la autoridad sobre un modus operandi que está afectando a periodistas, comunicadoras y personajes públicos. En sólo cuestión de minutos, al narrar los hechos en un grupo de WhatsApp conformado por mujeres de...

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