Denise Dresser / Cocina integral

AutorDenise Dresser

Los priistas están de nuevo en la cocina. Arremolinados alrededor de la estufa afilan los cuchillos, sacan las sartenes, piensan qué platillo van a preparar. Están hambrientos. Llevan casi seis años fuera de Los Pinos y quieren desesperadamente volver al lugar que tan bien los nutrió, al sitio que a tantos engordó. Por ello, intentan reunir los ingredientes de una receta ganadora que los regrese allí. Un candidato fuerte. Un partido unido. Una maquinaria engrasada. Pero por más que tratan de cocinar de manera conjunta como alguna vez lo hicieron, todo sale mal. Los chefs se pelean, las salsas se cortan, los soufflés se desinflan, los filetes se chamuscan. El PRI pierde sazón y toda posibilidad de recuperarlo.

Para empezar, los ingredientes tradicionales del buffet priista están podridos. Huelen mal y saben peor. Pero el PRI insiste en usarlos; el PRI insiste en aderezarlos; el PRI insiste en lavarlos tal y como lo hace el procurador del estado de México con Arturo Montiel. A quien no se le encuentra el cuerpo del delito porque lo escondió muy bien. Al que inició su gestión como gobernador con un "sólido patrimonio" porque lo había robado ya. Al que no presenta su declaración de ingresos porque son consistentes con los de un multimillonario. Montiel, el priista emprendedor. El priista multiusos. El priista típico. Vendiendo cocinas y transportando carga y vendiendo autos y engordando ganado y engordándose. Ahora protegido por sus subalternos, escudado por sus amigos. Mostrando que el PRI no cambia; sólo se vuelve peor.

Cocina lo mismo de siempre con una estufa cada vez más vieja, con sus chefs cada vez más decrépitos. No aprende de sus errores. No intenta mezclar de otra manera, batir de otro modo, hornear para democratizar en vez de agandallar. Trae de vuelta a todos aquellos que le dieron al restaurante tan mala reputación. A quienes ahuyentaron a los comensales con sus fraudes a punto de turrón. A los de las manos negras y las mañas sucias. A los de la filipina manchada y el gorro caído. A Jiménez Morales, a Lira Mora, a Pichardo Pagaza, a Murat, a Ulises Ruiz. Marchando de regreso para preparar platillos pasados de moda que un número menor de mexicanos está dispuesto a probar.

Y mientras, al mismo tiempo, los priistas se pelean por el control de la cocina. Por el uso de los utensilios. Por el diseño del menú. Por quién estará a cargo del local y quién se verá obligado a salir de él. Roberto Madrazo y Elba Esther Gordillo, aventándose...

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