Denise Dresser / Bajo la mesa

AutorDenise Dresser

De mano en mano, de fajo en fajo, de maletín en maletín. El dinero ilegal que fluye por el sistema electoral mexicano, corroyéndolo. Recursos que recorren múltiples rutas y llegan a múltiples destinos, pero siempre con la misma intención: obtener un beneficio, conseguir un contrato, comprar impunidad, obtener reglas favorables. Como los que destinó Roberto Madrazo para comprar la Gubernatura en Tabasco, como los que utilizó Vicente Fox vía sus amigos para influenciar la elección que ganó, como los que el PRI desvió a Chihuahua y ha triangulado a otras partes del país. Escándalos exhibidos pero no perseguidos, denunciados pero no consignados. Lo dicen María Amparo Casar y Luis Carlos Ugalde en el reporte Dinero bajo la mesa. Financiamiento y gasto ilegal de las campañas políticas en México: la democratización de las elecciones trajo la democratización de la corrupción.

Uno de los grandes problemas de la democracia mexicana hoy se llama dinero. Antes era la equidad, ahora es su alteración. Antes era la falta de pluralismo, ahora es que todos los partidos -en mayor o menor medida- violan las reglas. Un modus operandi construido sobre desvíos y dinero ilegal que trasciende siglas, ideologías, candidatos, opciones. Tan sólo entre 2012 y 2016, en la revisión de la Cuenta Pública hay 243 mil millones de pesos sin comprobar. Dinero que nadie sabe a qué campaña fue a parar, cuantos votos compró, qué cantidad de elecciones alteró. Pero se estima que, en promedio, por cada peso que un candidato a gobernador declara y la autoridad fiscaliza, hay 15 pesos que se mueven en la opacidad. Una campaña para Gobernador puede costar hasta 10 veces más del tope legal. El Banco de México estima que en años electorales, hay un aumento inexplicable en el uso de efectivo en el país.

Dinero ilegal utilizado para el clientelismo electoral, para la compra de voto, para la movilización de electores, para la operación en tierra con representantes de casilla y otros operadores, para comprar cobertura mediática favorable o golpear al adversario. Pero no se trata sólo de ganar; las elecciones también son un negocio. "Campaña que no da para rancho no es campaña", dicen quienes lo usan como pretexto para conseguir y redistribuir recursos. Y es posible por las reglas absurdas que regulan las contiendas. Topes de gasto de...

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