Denise Dresser / Avatar

AutorDenise Dresser

En la película de James Cameron, un avatar es una criatura genéticamente modificada para permitir que los humanos puedan vivir sobre el planeta Pandora. En el ámbito de la computación, un avatar constituye la representación tridimensional del usuario y su álter ego en el ciberespacio. En cualquier diccionario, el término "avatar" es usado para definir la encarnación de un valor, la manifestación de una forma, la encarnación de una cualidad. Y en el mundo de la política mexicana podría catalogarse así a algo que muchos ciudadanos quisieran construir. Algo a lo cual muchos ciudadanos tienen derecho a aspirar. Algo que el sistema político no debería tener el derecho a negarles: las candidaturas independientes. Las candidaturas autónomas. Las candidaturas que se construyen fuera de los partidos. Las candidaturas ciudadanas reconocidas en 80 países, mientras en México la lideresa del PRI -Beatriz Paredes- augura con envalentonamiento singular: "No pasarán".

Lamentablemente su hostilidad es compartida y con frecuencia por malos motivos. Se les descalifica porque "son partidos políticos que no se atreven a decir su nombre". O porque "explotarán pulsiones políticas arraigadas". O porque "abrirían las puertas a la banalización de la política". O porque "erosionarían la representatividad de las instituciones". O porque llevarían al "infiltramiento de la ultraderecha". O porque son "un dulce envenenado". O porque forman parte del decálogo de Felipe Calderón, el cual muchos rechazan -por razones políticas o ideológicas- aunque contenga propuestas que grupos ciudadanos han impulsado desde hace años.

Pero ante la recalcitrancia y rechazo expresado en las últimas semanas, valgan las siguientes preguntas: ¿Si las candidaturas ciudadanas son tan peligrosas, tan nocivas y tan desestabilizadoras, cómo explicar su existencia en democracias que admiramos y cuyo funcionamiento es mejor al de México? ¿Si hay un consenso en torno al descrédito de los partidos, qué otros acicates existen para obligarlos a representar de mejor manera con la sociedad? ¿Si se reconoce -como lo revela Latinobarómetro- que el malestar es hondo y la desconfianza también, cómo encarar el déficit democrático y la crisis de representación? Un primer punto de partida sería examinar a las candidaturas ciudadanas con la honestidad debida, sin sobredimensionar sus peligros, sin ensalzar demasiado sus logros, sin condenarlas de entrada tan sólo porque un presidente del PAN -cuestionado y...

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