Denise Dresser / Aplaudir asesinos

AutorDenise Dresser

Lamentable lo que se lee y se escucha por los sucesos en Palmarito. Lamentable presenciar lo que James Baldwin llamó la "monstruosidad moral" mexicana desatada por un video en el que se ve a un militar ejecutando a un hombre postrado en el suelo.

"Mátenlos en caliente". "Era un delincuente y merecía morir". "A las cucarachas hay que exterminarlas porque se reproducen". "Dejemos de victimizar a los criminales". "Bien por la ejecución; hay un criminal menos en las calles".

Frases que evidencian la desafortunada lógica compartida por tantos, que corre en contra de la edificación del Estado de Derecho. Que busca y encuentra justificación en la desesperación ciudadana ante la inoperancia estatal. Que borra la frontera entre ley y venganza, entre barbarie y civilización.

Pero todo se vale porque estamos en guerra, dicen. Para qué apelar al Estado de Derecho, si ni siquiera existe, argumentan. Sin darse cuenta de las implicaciones peligrosas y contraproducentes de lo que postulan. Sin percibir lo que pasaría si aceptamos que un miembro de las Fuerzas Armadas se convierta de manera simultánea en ministerio público, en juez, en verdugo.

La opinión pública colocándose en la falsa disyuntiva de aplaudir al Ejército bueno y a los criminales malos, por encima de la ley, la Constitución, el debido proceso.

Todo aquello que existe para que nadie pueda hacer justicia por su propia mano, para que un inocente no sea asesinado porque parecía un presunto culpable, para que usted o yo o cualquiera no recibamos una bala en la cabeza en lugar de enfrentar un proceso judicial.

Es comprensible que la mayoría se vuelque en favor de la acción cometida por el militar. Vemos juzgados corrompidos y jueces corruptos, ministerios públicos incompetentes e investigaciones malolientes, culpables encarcelados y culpables después liberados, militares que arriesgan la vida y soldados que la pierden.

Ante la mano inepta, surge el clamor por la mano dura. Ante el Estado que no logra hacer valer la ley, mejor ignorarla. A aplaudir asesinos, siempre y cuando sean uniformados. A exigir sangre, siempre y cuando sea de huachicoleros. A justificar ejecuciones sumarias, siempre y cuando sean de criminales.

En eso hemos caído, a eso nos han orillado después de años de inseguridad en ascenso, luego de una década de violencia sin fin.

La incapacidad del Estado para formar policías, transitar eficazmente al nuevo sistema de justicia penal, acabar con una guerra contra el narcotráfico que...

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