Denise Dresser/ Chapultepec 'forever'

AutorDenise Dresser

"Strawberry fields forever", cantan los Beatles. "Chapultepec forever", canta el secretario de Gobernación, Santiago Creel, frente al sainete de San Salvador Atenco. De cara a los problemas persistentes la respuesta sigue siendo la misma: negociar hasta el cansancio, buscar el consenso a toda costa, civilizar a los contrincantes o morir en el intento. El secretario sigue atrapado en el seminario del Castillo de Chapultepec, en busca de enemigos a los cuales puede domesticar. El atorón en Atenco lo demuestra de nuevo: Creel quiere reproducir los momentos gloriosos en los que se forjaron acuerdos sin precedentes entre adversarios recalcitrantes. Quiere ver a todos los que se odian sentados en la misma mesa.

Por ello no sorprende la salida del subsecretario Juan Molinar Horcasitas. Cualquiera que lo conoce sabe que Molinar está dispuesto a crear consensos cuando es necesario y pelear cuando es indispensable. Debe haber sido desconcertante para él lanzarse al ring sin guantes, lanzarse al ruedo con las manos atadas detrás de la espalda. Debe haber sido frustrante para él hacer concesiones constantes al PRI cuando inició su carrera profesional documentando el fraude en Chihuahua. Desde fuera, era posible percibir su incomodidad y detectar su divergencia; era posible entender su oposición filosófica hacia la falta de una visión más estratégica. Ahora Molinar está donde debe estar, preparando al PAN para la siguiente batalla, pensando cómo ganar, no cómo concertar.

Para su ex jefe, el titular de Gobernación, el viaje es el destino. La travesía misma es la meta. Poco importa si los priistas apoyan iniciativas legislativas o no; si los priistas respetan los acuerdos amarrados o no. Basta con que participen en la plática. Para el caballero de la mesa de Bucareli, lo más importante es la gobernabilidad y la civilidad, el buen tono y las buenas maneras. Para Creel, más allá de la ley están los consensos. En su país perfecto, la política es asunto de pactos, de acuerdos, de documentos firmados y apretones de mano captados por las cámaras, en algún recinto histórico. La política debe estar por encima de las pasiones partidistas y los intereses egoístas. La política debe hacerse en función del bien de la Nación.

Esta visión encuadra perfectamente con la persona que es Creel, con el perfil que tiene, con el papel que ha desempeñado en la transición política del país. No es un papel pequeño ni deleznable y Creel es -y se comporta como- un hombre honorable...

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