El demonio de la melancolía

AutorGerardo de la Concha

Con ese Juan se podía platicar muy bien. Recuerdo una tarde soleada, recargados en un barandal, viendo ambos hacia el llano de atrás del Colegio, nos pusimos a hablar de películas y libros. El parecía venir de provincia y conocía menos que yo, más bien se ocupaba de obras ideológicas, las cuales a mí no me importaban, pues yo tenía un temperamento más anarquista y siempre me ha gustado ir a contracorriente.

Me doy cuenta que tenía desde ese entonces un ánimo autodidacta, que se nutría de todos los libros posibles y del cine. Esa fue mi formación, caótica e intensa, de la que no me arrepiento nada, salvo que me dejó una impronta romántica con la cual es muy difícil lidiar a estas alturas de la vida.

Sin embargo, esa vez Juan y yo coincidimos finalmente en un libro que a los dos nos había conmovido, a pesar de no estar en los cánones revolucionarios: Miguel Strogoff, de Julio Verne. "¿Lo leíste?", preguntó alguno de nosotros. El correo del Zar que se finge ciego para cumplir su misión, el soldado que salva su vista porque retiene unas lágrimas un instante mientras ve a su madre por última vez y eso evita que el puñal ardiente sobre sus ojos, suplicio al que lo someten los tártaros, realmente lo enceguezca.

Quizá todo lo que podía encendernos: la idea de un deber, la valentía, la persistencia, un amor -porque el amor de una mujer bella acompaña a Strogoff-, el triunfo en una lucha desesperada, la superación de las fatigas, la camaradería, están vivos en ese libro. Un libro de adolescentes es cierto. Juan me preguntó: "¿Han hecho una película de ese libro?". ¿Es mi imaginación o había cierta melancolía en su expresión, tal como lo estoy recordando ahora?

Los dos sabíamos de qué se trataba todo eso. Ninguno, cada uno en sus acciones, debía dejarse atrapar vivo. Había cosas peores que un puñal ardiendo sobre los ojos salvados por las lágrimas.

Y es que ahora parece olvidarse la realidad vivida bajo el gobierno del criminal de Estado Luis Echeverría. Mucho han cambiado las cosas en este país por fortuna, pero parecería que estamos hablando de una historia hundida ya en el olvido.

Juan cumplió su destino. Muy joven fue uno de los más importantes jefes revolucionarios de la década de los 70 en México. Hubo, es cierto, muchos equívocos en esa violencia y en esa época, hubo crímenes repudiables de los dos bandos, aunque los crímenes salvajes e impunes cometidos desde el Estado, no han sido juzgados como se debiera.

Si alguno de esa generación...

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