Democracia-burocracia-pornocracia

El ingeniero Heberto Castillo, hombre de bien, fue un ser extraordinariamente dotado en el ejercicio de su profesión; pero que en su concepción de la política activa nunca pasó del limbo (esa especie de nube cándida donde moran los ángeles no nacidos).

Curiosamente, pero con lógica inevitable, su intento de doctrina metió en un hoyo a no pocos de sus devotos. Ante el inminente mosaico (¿o de plano retacería?) de lo que iba a ser el PRD, sentenció: "No me importa de dónde vienen, sino a dónde van". Y ya estamos viendo los resultados de su ecléctica profecía.

Si en la primera mitad del siglo XX de la palabra Revolución se hicieron abanderar todos los partidos políticos mexicanos, para la segunda, estando ya más que enterrados los últimos tiros de la asonada escobarista, los sucesores acogieron, para su emblema y su bautizo supuestamente elocuente ante las masas sufragistas, la palabra Democracia (tan nueva, dicho sea de paso, como la Grecia de Sócrates y de Pericles, distantes 25 siglos de esta fecha). Ultimamente, en fin, se añadió, resucitada, la palabra Izquierda, inventada para los radicales en la primera fase de la Revolución Francesa.

Y bien (o mal), tales palabras, en rigor, no pasan hoy de sólo cáscaras para encubrir al palo. La Revolución, como propósito e ideal libertario, está francamente desprestigiada desde que la Revolución Francesa (1789), que fue el paradigma máximo, tras descender al salvajismo del Terror culminó en Napoleón emperador. La Revolución Rusa (1917), la gran insurgencia del proletariado, muerto Lenin pasó, con Stalin, al horror de los millones de campesinos aniquilados en el hambre, el trabajo esclavo y los intelectuales no serviles presos y martirizados en el Gulag. Y la Revolución Cubana (1953), la gran esperanza en América, pasó, sin solución de continuidad, del Fidel Castro generoso y gallardo al Fidel dictador anquilosado y contumaz.

La Democracia (¿para qué darle vueltas a la misma noria?) ya ha sido bien definida en su resbaladiza ambigüedad: "Sólo una mala broma de la aritmética", dijo Borges. "La peor de las formas posibles de gobierno, exceptuando a todas las demás", concluyó Churchill. Y si de la Izquierda hablamos, será no más discursear. ¿Cuál izquierda, si desde la derrota de la República en la cruenta guerra civil española y desde el desmoronamiento de la Unión Soviética, sólo es una referencia topográfica?

Aquí todo comenzó con la invención del presidente Adolfo López Mateos de "los diputados de...

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