Déjate llevar

AutorAdán Tamariz

Fotos: Hugo Balcázar

FELIPE CARRILLO PUERTO, Q. Roo.- Para internarse en la Reserva de la Biósfera de Sian Ka'an, más vale frotarse bien con repelente de mosquitos y llevar sombrero y lentes oscuros para no preocuparse de nada más que de gozar la caminata desde la zona arqueológica de Muyil hasta la Laguna Chunyaxché.

En el acceso a la zona, a 86 kilómetros de Playa del Carmen, todo está listo para caminar durante cerca de una hora entre árboles que se abrazan en lo alto para proveer la sombra característica de la selva. Por algunos huecos, el sol se cuela y es capaz de iluminar una telaraña o el tronco de un jabín, un tzalam o un chechén.

Cuando los turistas comienzan a avanzar, bajo la guía de Alberto Cen, sólo se escuchan dos cosas: el sonido del canto de las aves en las ramas y el choque de las suelas con la tierra o las piedras.

De pronto, el guía nota un movimiento entre arbustos, se detiene y observa con especial atención hacia un punto que nadie ubica con precisión. Coloca los binoculares en sus ojos, sonríe y dice que podemos seguir, pues confundió un indefenso sereque (Dasyprocta punctata) con un puma. El grupo respira profundo y continúa la marcha.

Legado maya

Un oratorio de piedra caliza, con cerca de 800 años de antigüedad, de acuerdo con datos del INAH, es el primer templo que aparece en la ruta. Cien metros después emerge ante la vista el Palacio de Rosa, donde los mayas tenían que subir sus escaleras de lado, ya que hacerlo de frente o de espaldas era una falta de respeto para sus dioses.

Más adelante, con 17 metros de altura y forma piramidal, se encuentra el llamado El Castillo. En la punta tiene un cilindro, desde el cual vigilaban a los comerciantes que llevaban jade, barro, plumas, obsidiana, entre otros materiales, provenientes de Guatemala.

El andar de los turistas sigue por el sendero Kanan-Ha, 800 metros de madera que permiten el paso sobre acumulaciones de agua. Ya se anuncia la cercanía de la zona lagunar.

Una empinada escalera es el siguiente reto. Para quienes superan el esfuerzo, llega la recompensa: un mirador desde el que se tiene la vista más hermosa del mar y la laguna. De paso, aprovechando que hay señal, la mayoría de los viajeros publican sus mejores selfies en redes sociales, con tal de despertar la envidia de otros.

Todos bajan titubeantes los escalones y una vez en tierra firme, van...

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