Deja el podio por un piano

AutorSergio Raúl López

Poco más de tres décadas atrás, uno de los pianistas más prometedores en el panorama de la música de concierto mexicana, decidió abandonar de manera profesional el trabajo en el teclado y sustituirlo por el podio y las batutas. Ahora, tras "enderezar los dedos" y practicar con ahínco durante dos años, Enrique Bátiz Campbell retorna a su carrera inicial, el piano de concierto.

"Creo que tocar el piano no es una cosa rara, lo que pasa es que no me había atrevido a hacerlo y ahora he dado el salto al escenario", confiesa el controvertido director orquestal, cuya extensa y exitosa carrera ha transcurrido al margen de la Orquesta Sinfónica Nacional, que en un conocido secreto a voces mantiene un longevo veto sobre su persona.

Este sábado 31 de mayo a las 19:00 horas, la sala principal del Palacio de Bellas Artes será el escenario para el espectacular regreso del que pudo haber sido -cuentan los especialistas que le oyeron como ejecutante- el pianista mexicano más virtuoso de las décadas recientes.

"A mí me decían, cuando yo me dediqué a director de orquesta, que se había perdido un gran pianista y había comenzado un pésimo director de orquesta. Ahora dicen que se va a arruinar un buen director de orquesta para empezar un pésimo pianista", señala con un dejo humorístico el actual director y fundador en 1972, de la Orquesta Sinfónica del Estado de México (OSEM) con sede en Toluca.

Nacido en la Ciudad de México, en 1942, Bátiz Campbell se inició en el piano a una muy temprana edad, en 1950, bajo la guía de Francisco Agea, y después recibió enseñanzas de ejecutantes como Gyorgy Sandor, Adele Marcus y Alexander Uninsky. En Varsovia, Polonia, realizó estudios de posgrado con Zbigniew Drzewieckie. Fue becario de la Southern Methodist University de Dallas, de la Juilliard School of Music de New York -recibiendo ni más ni menos la beca Van Cliburn-, de la Carlos Trouyet y la Unión Panamericana de Washington.

Además logró el quinto lugar del importante concurso Ferruccio Busoni de Bolzano y fue semifinalista del Concurso Internacional de Piano Marguerite Long de París.

Para este regreso al virtuosismo solista, Bátiz decidió encarar el reto de manera frontal, eligiendo obras de tres compositores que representan la columna vertebral del desarrollo pianístico occidental: el barroco Johann Sebastian Bach y los románticos Ludwig van Beethoven y Frédéric Chopin.

Para Bátiz, Bach es un gran compositor pianístico, pese a que el compositor barroco jamás escribió...

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