Deja su corazón en San Pedro

AutorKarla Delgadillo

Una persona muy servicial, de un corazón enorme, sencillo, y de grandes valores, fue Francisco Garza - Ayala González, quien falleció el 6 de enero.

A los 83 años de edad, dejó de existir el reconocido y estimado empresario, que nació el 6 de mayo de 1938, en la antigua Casa Verde, y fue hijo de Lázaro Garza Ayala y Esther González de Garza; además de bisnieto del General Lázaro Garza Ayala.

Familiares, amigos, y quienes tuvieron la oportunidad de convivir con él lamentan su deceso y lo recordarán con especial cariño, especialmente su esposa Aurora Nieto de Garza, con quien estuvo casado por 66 años, y a quien conoció a los 17.

Junto a ella formó una hermosa familia integrada por sus cuatro hijos: Lila, Lázaro, Francisco y Elsa (finada), 10 nietos y 8 bisnietos. Ellos siempre fueron el principal motor de su existir y con quienes vivió inolvidables momentos.

Paco, como era conocido por la mayoría de la gente, desde pequeño mostró inclinación por todo aquello que tuviera motor, y esa pasión lo llevó a realizar muchos de sus emprendimientos, la mayoría relacionados con motos, camiones, tráilers, maquinaria pesada, grúas.

Siempre encontró la oportunidad de crecer y avanzar a distintos ámbitos, ya que era un emprendedor de corazón. Además, con el apoyo de sus hijos inició diversos negocios, siendo un pilar para su familia, y un ejemplo de perseverancia y dedicación.

Entre sus máximas pasiones estaban los caballos y la charrería, por ello se unió a la asociación de charros El Fraile A.C., ubicada en García, Nuevo León.

Su familia es propietaria del helipuerto ubicado en San Pedro, que lleva por nombre Francisco Garza, también conocido como "Casa Verde".

DE GRAN CORAZÓN

Siempre fue muy servicial y gozaba ayudando a los demás. Apoyaba a cada persona que se lo solicitaba, a asociaciones civiles, grupos religiosos, escuelas, comunidades marginadas cercanas y ejidos, tanto con dinero, como con despensas, ropa, artículos de primera necesidad, o lo que necesitaran.

Creció en un San Pedro muy distinto al actual, cuando era un lugar pequeño en donde todos se conocían. Por ello sus seres queridos aseguran que jamás se olvidó de sus raíces y de la gente que lo vio crecer, a quienes siempre apoyó con completa humildad y sin ningún protagonismo.

Incluso donó la calle de Montefalco, que conecta a Villa Montaña con Alfonso Reyes, y con Prados de la Sierra, sólo por ayudar a su municipio.

Fue pieza fundamental en el fomento del deporte, ya que impulsó su...

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