Desde mi Ladera/ El defensor del humanismo

AutorJuan López

Carlyle representa un signo de contradicción en el seno de la sociedad victoriana. En una época en que Inglaterra se proyecta tras la idea del progreso y confía de un modo muy general en que la ciencia y la industrialización conseguirán resolver el problema de la felicidad y el bienestar humanos, este impenitente rebelde se planta como un Diógenes místico para acusar la complacencia de sus compatriotas, burlarse de su solemnidad, proporcionarles una idea de la vibración con que los intereses del espíritu se sentían en la Alemania romántica, y atacar la tibieza de su fe o su solapado racionalismo con la sinceridad, el celo y la fuerza moral de un profeta.

A los setenta años, en ocasión de haber sido nombrado Rector de la Universidad de Edimburgo, y dirigiéndose de Londres a esa ciudad para pronunciar su discurso inaugural (1866), acompañado de John Tyndall, la conversación tomó una vez carácter cosmológico.

Como ocurría con la mayoría de los científicos y físicos victorianos, su agnosticismo no le permitía a Tyndall aceptar la idea de que Dios hubiera intervenido en la creación del mundo; por tanto, trató de dar a este fenómeno una explicación racional, apoyándose en T. H. Huxley Carlyle, por otro lado, dotado de una vivísima intuición religiosa y poética, detestaba el racionalismo, y estaba convencido de que la ciencia humana era incapaz de descifrar el inmenso misterio de la vida, cuya tremenda infinitud, desde un punto de vista absoluto, inutilizaba los ataques de los hombres. Al oír la petulante cita de Huxley, "En el principio era el hidrógeno", Carlyle contestó indignado: "Basta de tonterías. Y si usted sigue por ese camino le dejaré en el acto". Esta actitud de Carlyle nos da la medida de su dignidad mental y del valeroso desprecio con que consideraba la pomposidad y la suficiencia humanas. La vida era para él algo muy serio, que requería llaneza y sinceridad.

Carlyle nació en 1795, el mismo año que Keats, y sobrevivió sesenta años al poeta. De formación lenta, cuando Keats moría en Italia, en 1821, él se hallaba todavía relacionado con la Universidad de Edimburgo con intención de estudiar una carrera y sin idea precisa de lo que tenía que ser su vida profesional.

Nacido en Escocia -en Ecelefechan, Dumfriesshire- de una familia campesina humilde y laboriosa, de excelentes cualidades, Carlyle heredó del ambiente puritano de la misma, independencia de carácter, devoción por el trabajo y una idea no teórica, sino práctica, de la...

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