EN EL DEBATE / Contra el ruido excesivo

Alberto García Ruvalcaba

El ruido excesivo es una forma de agresión invisible que se apropia del espacio ajeno, y secuestra física y psíquicamente a sus receptores. Las víctimas inermes de esa intrusión son privadas de descanso, de sueño, y afectadas en su salud y calidad de vida. No es un problema menor: la Agencia Europea de Medio Ambiente calcula que el ruido provoca más de 16 mil muertes prematuras al año en Europa. El número debe ser mayor en México, tan rezagado en control de ruido.

En México la legislación que regula la contaminación acústica prevé multas, arrestos y hasta cárcel para los infractores. Pero aunque el ruido sea un delito federal y estatal, la realidad es que los trasgresores gozan de impunidad casi absoluta. No son siquiera amonestados, y con frecuencia son incluso autorizados. Los responsables de esta fractura de nuestro estado de derecho son los Municipios. Ellos tienen a su cargo la mayor parte de la competencia en la materia.

La impunidad, ese lastre vergonzoso del País, tiene en el ruido una insignia. Ya sea por apatía, ineficiencia o corrupción los Municipios no sancionan a los particulares que sin escrúpulos mantienen despiertos a sus vecinos con fiestas estridentes. No sancionan a los antros y terrazas de eventos que martirizan regularmente a vecindarios enteros. No sancionan a los establecimientos comerciales que instalan bocinas para promocionarse. No sancionan a los curas que alientan el uso de cohetes a deshoras. De esta manera los Municipios ponen la primera piedra de ese mundo bárbaro y sin ley en que los díscolos imponen su voluntad y su ruido a las personas respetuosas de la ley.

Para revertir este fracaso institucional los Municipios deberían empezar por rediseñar sus procedimientos de inspección, aumentar las sanciones económicas a los infractores hasta hacerlas disuasivas, dotar a su Policía de protocolos para sancionar de manera inmediata el ruido de particulares, dar mayor presupuesto a sus áreas de inspección, acatar el acuerdo del Sistema Nacional de Seguridad que estandarizó el servicio de emergencias 911 (el ruido excesivo es una de ellas), dejar de renovar licencias a establecimientos que incumplen los requisitos ambientales de insonorización, revocar licencias a infractores reincidentes, y aplicar los valores de la Norma Oficial Mexicana sobre el ruido (siguen usando valores ya superados) que limita la inmisión de ruido en casas habitación a 55 decibeles de día y 50 de noche. Nada de lo...

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