EN EL DEBATE / Hermanados por la FIL

Emmanuel Caballero

Era mil novecientos treinta y tres cuando, en el paseo de Recoletos, daba inicio la primera feria del libro de Madrid. Pocos años después, la guerra civil reordenaría las prioridades españolas, suspendiendo la feria.

Por aquellos años en que la FIL de Guadalajara estaba todavía muy lejos de nacer, la gigantesca arcada de la guerra vomitó al exilio a un sinnúmero de españoles que encontraron en México un lugar que ofreció a sus quebrantos y dislocaciones un apoyo sin fisuras.

Hay un arte secreto en aquello de la dislocación. Dislocar no es solo mover algo, ni un simple descolocarlo de su sitio; el dislocar es una separación abrupta y violenta que arranca algo del lugar que le es natural y lo pone a merced de su nuevo estado; la dislocación es un exilio del cuerpo. Lo poético, lo supremo, lo artístico del hecho viene a raíz de la adaptación a ese nuevo estado obligado.

Los españoles de posguerra fueron dislocados de su patria a México, y su llegada significó la adaptación a otra realidad y costumbre. Madrid se volvió un ícono de la España que dejaban. Acento en mano, convirtieron a la capital española en referente de su cultura en el imaginario mexicano que los acogió con presteza y les volvió hermanos, esposos, padres, madres, abuelos, olvidando el recelo que flotaba aquellos años sobre una "segunda conquista". Muy al contrario, los exiliados españoles llegaron para dejarse conquistar por México. Poco a poco, hicieron patria y se mostraron a sus vecinos enriqueciendo la vida en sociedad, dándoles otra lectura del mundo.

Una metáfora usual de la lectura dice que es un viaje a mundos maravillosos. En relación a esto, la poeta Mabel Cuesta defiende que la patria no es el país de donde sale el viajero sino el viaje mismo, ese transitar que transforma al viajante en otro. Podríamos decir entonces que la lectura es también la patria de los lectores, una tierra de brazos abiertos que nos hermana, no importa los kilómetros, las procedencias, las diferencias.

Esta patria de lectura llamada FIL lleva treinta y un años de viajes, y el de este año ha significado una serie de diferencias con los anteriores. Si el año pasado culminó con un periplo de madurez de la feria, el 2017 se convirtió en el año uno de un nuevo estilo de FIL.

Esto se puede ver con la influencia que tuvo la ciudad invitada. Al ya clásico #somoslectores se sumó #ganaraslaluz, como un eco de los versos que León Felipe le dedicara al exiliado español: "Ganarás el pan...

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