EN EL DEBATE / ¿Esperanza o desesperanza?

Jorge A. Alatorre

Este verano pasado regresé definitivamente al País tras vivir siete años en el extranjero, y aún no terminaba de darle acomodo a la mudanza cuando el IFE ya estaba ratificando que el PRI volvería a ocupar la Presidencia de la República (como todos vimos el día de ayer).

Me quedé pasmado, y entre los tantos pensamientos emocionales que corrieron por mi mente durante estos meses, recordé cuando en algún momento de 1998, mientras cursaba la prepa, me invitaron a asistir a una conferencia impartida por Jorge G. Castañeda en el Tec.

Sin duda, la parte que más me impactó fue la serie de anécdotas que contó acerca de la conformación, operación y destino del Grupo San Ángel, aquel colectivo de académicos, activistas, políticos y escritores notables que en el turbulento año de 1994 vino a llenar el vacío político e intelectual en el que estaba hundido el País.

A la postre, el grupo ganaría aún más notoriedad y suficiente capital político para intentar hacer un esfuerzo por diseñar una transición negociada y plausible que permitiera desatar un proceso de construcción de la democracia en México que fuera más allá de solamente garantizar elecciones limpias.

Así, el evento de corte académico resultó esperanzador no sólo por la elocuencia, sino por una renovada sensación de oportunidad de cara a las elecciones de 2000, las primeras en las que a varios de los presentes nos tocó sufragar.

Menciono esto porque 18 años después, en el turbulento año que hoy vivimos, el grupo como tal no existe. La intelligentsia mexicana ha perdido la brújula y supreponderancia en el espectro político, dejando otro gran vacío intelectual en el País que coyunturalmente se acentúa con un nuevo Presidente sin mandato claro que tampoco se ha distinguido por ser precisamente un hombre de ideas ni de altas expectativas.

¿Qué esperar entonces en esta ocasión? En conversaciones con mi editor, nos preguntábamos si este nuevo sexenio, como todo nuevo comienzo, acarrea una natural dosis de esperanza de que las cosas van a salir bien.

Si como esperanza entendemos prosperidad económica, entonces uno podría pensar que sí, a juzgar por el perfil economista del Gabinete presidencial y sobre todo si esa persona también leyó los recientes artículos de The Economist y del Wall Street Journal donde se hacen de la vista gorda en relación con la guerra contra el narcotráfico para desvivirse en augurios de un prometedor futuro económico de México (al menos mejor que el de Brasil).

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