EN EL DEBATE / Checan y se van...

Rubén Cisneros

Los que no trabajan, los que son aviadores, los que sólo checan y se van, háganse a un lado y denle la oportunidad a la gente con experiencia.

Como empleado del Poder Legislativo de Jalisco, me parecen un tanto injustos los señalamientos que se hacen hacia nosotros. Si bien es cierto que existen malos empleados, también existen muchos buenos elementos dentro de la institución, que cuentan con antigüedad y que sí quieren al Congreso.

En lo personal, tengo ocho años aproximadamente laborando para esta institución, en donde he visto de todo, pero vale la pena decirlo, muchas más injusticias hacia los empleados que cosas buenas.

Aprovechando este espacio de opinión, creo prudente hacer una aclaración al público sobre los calificativos que se han hecho a los empleados del Congreso del Estado, dentro del cual hay mucha gente que ha entregado su vida al trabajo en él, desde personas que hacen el aseo, hasta asesores legislativos con múltiples posgrados y una indiscutible experiencia y conocimiento del trabajo legislativo, mismos que cada cambio de administración se encuentran con el predicamento de ver quién los rescata o quién les da trabajo para que no los despidan, ya que las nuevas administraciones -obviamente- llegan queriendo darle trabajo a sus compromisos, pasando por encima de la gente con experiencia, lo cual es por demás injusto.

En cuanto al tema de los y las compañeras que checan y se van, que ha venido publicando MURAL, me parece que, sobre todo, lo que se pueda decir o hacer al respecto es más bien un acto de conciencia de cada persona que se encuentra en la nómina del Congreso, así como entre las personas que llegan a solapar las conductas de aviadurismo dentro de la institución.

Si bien es cierto que mucha gente llega a checar entrada y va a estacionarse para después volver -situación que en lo personal me parece que no es lo correcto-, también hay muchas personas que ni siquiera tienen la obligación de ir a checar y solamente se aparecen para cobrar su quincena, esos son intocables y nadie les dice nada.

Sería sencillo hacer un ejercicio para saber quiénes somos los que estamos día a día en el Congreso, cumpliendo con nuestra obligación de trabajar para devengar justamente un sueldo -que dista mucho del que cobran los privilegiados, pues encima de no aparecerse, ganan dinerales que no se justifican-, bastaría con asistir a cada oficina y, literal, pasar lista de los empleados de base que trabajan en cada una de...

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