EN EL DEBATE / 2012, ¿rebatinga electoral?

José Antonio Ortega

En su discurso de toma de posesión como presidente nacional del PRI, Pedro Joaquín Coldwell le exigió al Presidente de la República, Felipe Calderón, que no se entrometiera en el proceso electoral de 2012, con señalamientos sobre la infiltración del narcotráfico. Otros líderes priistas han advertido que si Calderón insiste en el tema, podría repetirse el escenario de polarización y de crisis constitucional de 2006.

Ante señalamientos tan claridosos cabe preguntarse, si el gobierno de Calderón y/o su partido hacen del narco un tema central de la disputa electoral, ¿esto es lo peor que podría pasar al país, sobre todo si ello pudiera alterar el resultado que los priistas consideran inexorable, el triunfo de Enrique Peña?

Para responder a la interrogante, en primer término habría que aclarar que en 2006 no hubo un conflicto debido a las anodinas indirectas que Vicente Fox lanzó contra Andrés Manuel López. El conflicto ocurrido hace casi 6 años resultó de la negativa del candidato presidencial perdedor, López, a aceptar el veredicto de los votantes y de su pretensión de revertirlo mediante la coacción y el chantaje. Entonces, de entrada, que no nos quieran espantar con el petate del muerto.

Si en 2012 habrá un conflicto postelectoral no será entonces por las declaraciones que hace Felipe Calderón, ni por eventuales acciones legales que tome su gobierno o el tipo de discurso que adopte el Partido Acción Nacional y su candidata o candidato presidencial, sino por dos razones: que el narco, o más propiamente dicho el crimen organizado, se entrometa en el proceso y que alguno de los competidores no acepte los resultados.

El problema no es hablar del narco, sino que el narco se entrometa como lo hizo en la reciente elección local de Michoacán e incluso decida el resultado de los comicios, como dan a entender que sucedió los partidos perdedores, PAN y PRD. Porque si los criminales deciden quién debe gobernar el país, entonces el país estaría condenado a una tiranía como no ha conocido en su historia.

Los primeros interesados en impedir la intromisión del crimen organizado en el proceso electoral deberían ser los líderes priistas. No fue la de Michoacán la primera elección en la que los narcos se entrometieron e impusieron su voluntad, sino la de Tamaulipas de 2010. No fueron los electores quienes decidieron que su gobernador no fuera el priista Rodolfo Torre Cantú, sino los criminales que lo asesinaron. ¿Quieren mayor intromisión...

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