David Faitelson / Todo es culpa de Layún

Y, al final, todo fue y sigue siendo culpa de Layún.

No tenía las cualidades de Cuauhtémoc Blanco o de Carlos Vela, pero su placa en el Salón de la Fama del futbol mexicano dirá, orgullosamente: "Primer futbolista mexicano en la Serie A de Italia. Jugó, además en la Liga Premier inglesa y en la Liga de España. Fue capitán y líder de un América campeón", y la leyenda rematará con un: "¡Todo fue culpa de Layún!".

Miguel Layún (Córdoba, Veracruz, 1988) ha anunciado que el juego del domingo por la Final será el último de su trayectoria profesional.

Se retira y lo hace con un nueva señal que podría servir como ejemplo en las carreras de otros deportistas y hasta como una lección de vida: vete de la cancha, antes de que la cancha se vaya de ti.

Layún es la mejor muestra de que el futbolista no nace, se hace y lo logró basado en un poder mental, capaz de desarrollar al máximo sus virtudes y esconder sus más temibles defectos.

Cuando alguien le dijo que no podría triunfar en el América, él se guardó la rabia, trabajó más que nadie y logró generar una trayectoria exitosa en uno de los clubes de mayor competencia y presión del futbol mexicano. Y cuando alguien por ahí sugirió que era un error marcharse al un equipo de la Segunda División inglesa, él empacó sus cosas, sacrificó otras y se marchó para triunfar en un cuadro que unas temporadas después lograba el ascenso.

Sus días en Portugal y España son otras muestras de hasta donde fue capaz de elevar su nivel. La Selección Mexicana, los Mundiales del 2014 y 2018. Layún es la muestra exacta de cómo el trabajo y la entrega incondicional son capaces de mitigar cualquier tipo de déficit.

"¿Cuál es la principal carencia del futbolista mexicano?", le pregunté el lunes al entrenador de la Selección Mexicana, Jaime Lozano.

"Los hábitos", me respondió.

No es, muchas veces, un asunto de...

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