David Faitelson / No todo lo que brilla...

AutorDavid Faitelson

"No todo lo que brilla es oro...".

El aforismo podría ayudarnos a entender qué sucede alrededor de uno de los más mediáticos deportistas y boxeadores de la época y también uno de los más ricos de todos los tiempos. Saúl "El Canelo" Álvarez lo volvió a hacer: sigue siendo un poderoso imán para generar dinero en el boxeo. Ha sido otro fin de semana, en Las Vegas, contundente en ese sentido. Miles y miles de mexicanos que hacen el viaje (desde sitios en Estados Unidos y también de México) y que generan un consumo ilimitado de todo lo que existe alrededor de la pelea, sobre todo, de la industria del juego y de las apuestas. Y luego y siempre estará la televisión, el "Pago por Evento" y lo que incluso es capaz de generar y de vender en México a través de dos canales de la televisión abierta y uno de restringida. Todo eso lo hace bien, muy bien "El Canelo". Entonces, la pregunta es: ¿Dónde está el problema?

El aficionado al boxeo -el purista-, aquel que se sentaba ante la televisión los sábados por la noche para ver y escuchar a Don Antonio Andere y a Jorge "Sonny" Alarcón con las transmisiones desde la Arena Coliseo, ha desaparecido. Hoy, tenemos un nuevo aficionado al boxeo, un -llamémosle- "aficionado fashion" que, como todo en esta nueva generación, consume y quiere las cosas rápidas. En ese sentido, la gente entra a la arena o enciende la TV con la intención de ver "sangre". Pretende, quiere y hasta exige que haya un intercambio brutal de golpes y que las peleas siempre terminen en nocauts. Los boxeadores mexicanos suelen ser muy reconocidos y buscados bajo ese contexto. Pugilistas, guerreros auténticos que se entregan hasta la última campanada y que dejan todo encima del ring. Saúl Álvarez no tiene esas condiciones. Nunca las ha tenido.

Es, evidente, que se trata un gran boxeador. Disciplinado, trabajador, honesto y valiente, pero no tiene ni las herramientas más finas ni los recursos morales que suele tener el boxeador mexicano. Y ese...

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