David Faitelson / Miedo

Siempre he vivido con cierto remordimiento por haber alejado -despojado- a mis hijas del país donde nacieron y al que yo he tenido oportunidad de volver gradualmente, pero, cuando me detengo, pienso, me aterro, lloro y concluyo que hice lo correcto.

El "miedo" con el que vivimos y convivimos todos los días la mayor parte de los mexicanos ha llegado a un sitio que parecía lejos de ello: la cancha de futbol.

La futbolista del América, Scarlett Camberos, una delantera de 21 años, ha anunciado que deja al club y deja el País por el acoso cibernético que ha sufrido en los últimos meses. El tema fue tan grave que intervino la Fiscalía de la Ciudad de México, pero el presunto acosador -que me encantaría quitarle lo de presunto y de paso cortarle lo que haya que cortarle- estuvo apenas en prisión domiciliaria durante 36 horas y volvió a salir a las calles para seguir acosando a la futbolista. El marco jurídico de la ley no tuvo capacidad de perseguir más al delincuente. Casi al mismo tiempo, Selene Cortés, jugadora de las Tuzas del Pachuca, exhibió en Instagram las amenazas de violación que ha recibido de otro cibernauta. La Liga MX femenina se manifestó a través de un boletín de preocupación que después se enredaba en cifras y más cifras sobre los avances del futbol profesional en el País. Y el Club América dijo que lamentaba la decisión de la jugadora y que siempre estuvo cerca de ella para brindarle apoyo moral, psicológico y jurídico.

¿Cuál es la realidad? Que las futbolistas están solas, desamparadas y con un riesgo inminente de que la situación se transforme de un tema que, de las redes sociales, pase a ser un peligro sobre su integridad física. Entiendo muy bien que no es un asunto que le corresponda totalmente al futbol. En el país con más feminicidios en el mundo, las redes sociales son una selva tóxica con insultos...

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