Entrevista / Daniel Gluck / Museos del Sexo: NY al desnudo

AutorDavid Lida

Dada la existencia en Estados Unidos de museos con temas tan marginales como del excusado, el alambre de púas, el cabello o la hamburguesa, la apertura de un Museo del Sexo hasta parece una idea tardía -de hecho, uno se pregunta por qué habrá tomado tanto tiempo. (Después de todo, sólo hay una cantidad limitada de personas con cierta fascinación por los alambres de púas, mientras que es de suponer que todos estamos por lo menos un tanto intrigados por el sexo). Desde octubre pasado, cuando abrió en la ciudad de Nueva York, el Museo del Sexo ha sido visitado por aproximadamente 10 mil personas al mes -una cifra asombrosa para todos los museos, excepto los más conocidos del mundo.

Una cuantiosa entrada de 17 dólares por persona ya ha asegurado la rentabilidad del museo. A diferencia de la mayoría de los museos, el Museo del Sexo es una institución privada, sin financiamiento público. Cuando el director ejecutivo del museo, Daniel Gluck, metió una solicitud al New York State Board of Regents para convertirlo en una institución cultural no lucrativa -el estatus al que pertenecen casi todos los museos de Nueva York- lo rechazaron.

"Nos dijeron que si teníamos financiamiento público no podíamos usar el nombre de 'Museo del Sexo'", dice Gluck. Como empresa comercial privada, Gluck and Co. puede exhibir lo que quiera. "No hay de por medio dólares de contribuyentes. Los moralistas pueden señalar con el dedo, pero no pueden cerrarnos", dice el director.

En realidad, el museo levantó sólo un atisbo de protesta cuando abrió en octubre pasado. Durante su primera semana, sólo un puñado de personas que alegaban representar a la Liga Católica hicieron un plantón afuera, citando las sagradas escrituras con altavoces, pero pronto desaparecieron.

La actual exposición del museo, que permanecerá hasta fines de junio, se llama Sexo NY: Cómo la Ciudad de Nueva York transformó el sexo en Estados Unidos (NYC Sex: How New York City Transformed Sex in America) y es una anecdótica y entretenida historia del sexo en Nueva York.

Mediante películas, fotografías, cartas, ropa, portadas de libros, recortes de periódico y explicaciones grabadas, la exhibición ilustra cómo la ciudad hizo honor a su reputación de "Sodoma y Gomorra en el Hudson".

Entre lo más destacado de la muestra están los directorios de los burdeles de Nueva York a mediados del siglo 19, y extractos de una película de 1913 llamada Traffic in Souls (una superproducción sobre la trata de blancas y que servía para prevenir a...

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