Dan los Bonilla golpes de sarcasmo

AutorOliver Zazueta

"¡Aquí vamos a lo que vamos!", dice en varias ocasiones y con convicción el Señor Lino.

Y aunque a ciencia cierta no conozca su dirección y razón de vida, lo que le da a la frase un notorio sentido de vacío que a fuerza de repetirse se convierte en algo cómico.

Es así, con golpes de sarcasmo e hilaridad de donde surgen las verdades mas cruentas y contundentes: El deber por el deber, el deber ciego, puede darle significado a nuestra existencia, aún cuando lo que hagamos sea: Nada.

Tal es la lección que intentan dejar en el escenario el primer actor Héctor Bonilla y su hijo, el también histrión Sergio Bonillo durante el montaje de "Almacenados" -texto original del español David Desola- que se presentó en el Teatro Diana la noche del jueves ante poco más de 500 personas.

La obra presenta los últimos cinco días de trabajo de Lino (Héctor) un encargado de un almacén de mástiles de barco que está a punto de jubilarse sin haber visto un solo cargamento llegar a su encuentro en 29 años de labor; mientras, conocemos a su relevo, el joven Nin (Sergio), quien llega a capacitarse y se encargará de quitarle la venda de los ojos al viejo, al tiempo que acepta su monótono destino -y la posibilidad de trabajar en un sitio donde se lava dinero- en aras de tener un sueldo fijo.

En escena, la sobriedad es el mejor recurso para reflejar la soledad y el sin sentido: Una pared negra en la que se marcan los días de la semana inglesa -de lunes a viernes; una virgen decorada con luces navideñas que toca canciones programadas; un reloj checador que ha tenido por años un atraso de...

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