Da historiadora voz a los de abajo

AutorSilvia Isabel Gámez

Recuerda que de niña, allá en Toluca, le intrigaba quién era ese señor vestido de sotana que su abuela tenía en el altar. "Es el Padre Pro", le decía, "un mártir de la persecución religiosa".

No imaginaba entonces Alicia Olivera que el periodo de la Guerra Cristera sería central en su vida académica. Con 78 años de edad, la historiadora niega ser terca, pero sí fue necia, reconoce, cuando la equivocación de una reportera provocó que Miguel Palomar y Vizcarra pusiera en sus manos el archivo de la Liga Nacional de la Defensa de la Libertad Religiosa, y ella decidió adentrarse en un tema tabú.

"Se lo estoy mostrando, me dijo el licenciado, para que vea que esta lucha no fue tan simple ni tan pequeña".

Fueron casi dos años de clasificar y microfilmar documento tras documento. De ahí surgió un trabajo pionero, multicitado: Aspectos del Conflicto Religioso de 1926 a 1929, publicado en 1966. Su aportación fue establecer los fundamentos de la oposición católica a la Constitución de 1917, que ponía límites a la Iglesia.

"Creen que fui descubridora del tema porque antes se había tratado de forma muy tendenciosa -como una gesta patriótica o una rebelión de fanáticos-. Yo traté de hacer un trabajo muy equilibrado, que ahora veo que no lo fue tanto. Llegué a simpatizar con los cristeros".

Este trabajo significó para Olivera un cambio de rumbo: "Iba para historia antigua, pero el tema me enganchó". Discípula de Wigberto Jiménez Moreno, descubrió también al entrevistar a los viejos cristeros lo que había querido decirle cuando lamentaba que los historiadores egresaran convertidos en "ratas de biblioteca".

Historiadora emérita del INAH, Olivera se declara la oveja negra de la familia. Fueron ocho hermanos, la mitad mujeres, y ella la única de las hijas que estudió una carrera, pese a la oposición de don Juan Olivera, un médico masón que en su juventud se unió al zapatismo.

Para poder costearse la carrera de etnohistoria en la ENAH, Olivera echó mano de su gusto por el baile y logró ser contratada por el Ballet Folclórico de Amalia Hernández.

"La historia no se hace sólo con los dirigentes; también se hace con los de abajo". Fue con esta convicción que Olivera fundó en 1972, junto a Eugenia Meyer, el Programa de Historia Oral.

A diferencia del Archivo de la Palabra, que había coordinado su maestro, Jiménez Moreno, en lugar de entrevistar a caudillos, se fueron en busca de los soldados, las mujeres y los niños de la Revolución.

Con la oposición de sus...

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