Da forma a la derrota

AutorSilvia Isabel Gámez

Para Sergio Ramírez, el fracaso de la democracia en Nicaragua significa una gran derrota. La historia de su país se cuenta por caudillos, no por gobiernos democráticos, lamenta. El último, el Presidente Daniel Ortega, que como sus pares del siglo 19, dice, tiene la propiedad de dar y también de castigar.

Ortega se mantiene en el poder desde 2007 tras declararse inconstitucional el artículo que prohibía la reelección presidencial. En Managua viven 2 millones de habitantes, un tercio de la población del país. Sus carreteras sin aceras conducen a barrios rurales que son el caldo de cultivo del caudillo, esa figura que de ser dueño de hacienda derivó a líder político.

"Nicaragua sigue siendo una sociedad de cultura rural, y la consecuencia es la creencia, la fe en el caudillo", dice Ramírez. "La oposición ha sido desmantelada, y mientras no haya otro caudillo, lo pienso con tristeza, no habrá un cambio. Si es un líder democrático, no tiene espacio".

La derrota surca los relatos de su nuevo libro, Flores oscuras, un conjunto de doce historias, algunas sacadas de la nota roja, otras de sus recuerdos, habitadas por perdedores. "Mis personajes son loosers porque las esperanzas los dejaron atrás, porque la realidad resultó distinta, porque la vida está compuesta de dictados del azar, porque la felicidad es siempre huidiza".

Ramírez fue vicepresidente de Nicaragua de 1985 a 1990, durante el primer mandato de Ortega. Al ejercer el poder descubrió cuánto pierde un ideal al convertirse en decreto; después se hizo una pregunta que transformó en literatura. "Llegué a convencerme de que hay leyes que se cumplen fatalmente, un tema para mí obsesivo: cómo el ideal puede transformarse en ambición por la riqueza material, por qué se da ese proceso en el ser humano".

El tiempo de su derrota llegó en 1996, afirma, cuando se alejó de la política. Si mira hacia atrás, al momento de la caída de Somoza y el triunfo de la Revolución Sandinista en 1979, sus ideales son los mismos. "El mundo ha cambiado, yo no".

Entre los personajes de Flores oscuras (Alfaguara) asoman algunos héroes caídos de la revolución: el ex guerrillero asesinado por un adolescente con su propia bayoneta tras un pleito de borrachos, o el ladrón de tapas de alcantarilla que, sin saberlo, se oculta en la casa de un antiguo subalterno a quien salvó de las balas, hoy convertido en un corrupto abogado.

"Yo pongo el acento en la dignidad perdida. Para mí, el primer bien común al que tienen derecho los...

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