Felipe Díaz Garza / Los pretorianos atravesados

AutorFelipe Díaz Garza

El Presidente de la República les pidió ayer a los gobernadores que se unan con él en contra del crimen organizado. "La única manera en la que podemos enfrentar este desafío es formando un frente común, está claro que ni los estados ni la Federación, si actuamos de manera aislada, podríamos resolver este asunto y menos si estamos confrontados, se requiere de la participación de todos, sin excepción ni titubeos", dijo, según reporte de ayer mismo de elnorte.com.

El discurso presidencial fue claro y contundente. Estamos en peligro, advirtió, y debemos enfrentar juntos al enemigo. Pero tal discurso fue desmentido mientras era pronunciado, pues sus leales pretorianos, parecería que confabulados para socavar los esfuerzos del pretor mayor para obtener el apoyo de los demás pretores, impidieron el acceso al recinto en el Campo Marte de los gobernadores priistas del Estado de México, Hidalgo, Querétaro y Oaxaca, que llegaron tarde, por lo que tuvieron que esperar en la entrada del recinto hasta que Calderón concluyó su discurso.

Ni que Calderón fuera el rey de Liliput o la iracunda Reina de Corazones de Blanca Nieves como para no dejar entrar al salón del trono a los gobernadores a los que él mismo convocó, a los que él mismo habló para pedirles ayuda y a los que él mismo y los suyos no dejaron entrar a oír la desesperada petición de ayuda, la desesperada petición presidencial de firmar el pacto de la alianza.

Si usted cree que esto no es importante, está bien equivocado. Para poder vencer a los criminales tenemos que cambiar muchas cosas, muchas actitudes y muchos anacronismos. Pero no vamos a lograr cambiar nada de lo que nos rodea mientras no seamos capaces de cambiar todo lo que rodeamos.

Al insistir en el ridículo protocolo reverencial decimonónico que obliga a los gobernadores, a los alcaldes, a los secretarios de estado, a los ciudadanos comunes y corrientes de este País (y a los jerarcas y ciudadanos extranjeros) a vestirse, hablar, caminar, pensar (o no pensar) y yo creo que hasta ir al baño por el mismo lado, exactamente igual que como lo hace el Presidente, pasamos una línea muy clara, la de la inmovilidad.

La inmovilidad es el pasado y todavía más del pasado es que, llegando justificadamente tarde, como llega tarde el Presidente cuando es necesario o...

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