Los curan del espanto

AutorLaura Ruiz

HUAQUECHULA.- LA TÉCNICA para curar de espanto viajó de Huaquechula a Nueva York.

El secreto de esa cura se lo llevó una neoyorquina de raíces poblanas, quien aprendió paso a paso la técnica de su abuela, la curandera huaquechulense Lucrecia Rubí Rivas.

Ahora unos siete maicitos, ramas de estafiate, una jícara y flores rojas, así como las cruces de agua chupadas por los labios de una curandera con fe, bastan en Queens para curar el espanto, igualito que en Huaquechula.

Aquí o allá, los huaquechulenses padecen ese mal en el que según la medicina tradicional se pierde una de las entidades anímicas del cuerpo por un susto, provocando cansancio, ganas de no hacer nada y una palidez inusual.

A sus 89 años, doña Lucrecia presume que aunque nunca ha cruzado al otro lado, sí lo hicieron los conocimientos que en vida heredó a su nieta Brenda Guzmán Dolores.

Brenda, explicó la anciana, nació y ha vivido toda su vida en Nueva York, sin embargo desde que era niña y venía de vacaciones a Puebla le curaba el espanto hasta que un día, ya en la adolescencia, la joven le pidió aprender a hacerlo.

"Le dije que fuera apuntando lo que yo rezaba, primeramente, con el santito, diciendo tres veces 'en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo', luego lo del ritual con los maicitos.

"Me siento bien porque ya la enseñé, lo apunto en un papel y ya fue viendo lo que tenía que hacer con el agua, con las flores coloradas", explicó la mujer.

La...

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