Cultura del sufrimiento: El autoengaño

AutorMauricio Tenorio Trillo

"¿Cómo sería la vida subjetiva de alguien que desvaneció la posibilidad del autoengaño intrapsíquico; de alguien incapaz de engañarse a sí mismo o sobre sí mismo?" (p. 67). Esta es la pregunta en que cae Eduardo Giannetti en alguna página de Auto-engano (Eduardo Giannetti, Auto-Engano, séptima reimpresión, Sïo Paulo, Companhia das Letras, 1999, pp. 269). Y éste es el eje que rige su trajín por desenmarañar la vital importancia del autoengaño en lo que nos rodea o nos habita: en la biología tanto como en la economía, en las ciencias "exactas" como en el amor, en el arte del engaño que poseen plantas e insectos así como en el poeta que confiesa que "es un fingidor", que finge tan "completamente", que finge el dolor, "dolor que de verdad siente" (Pessoa). A partir de una sola ansiedad, este libro deriva una polifonía pasmosa y sutil; es una prosa económica, despejada y amable; un tono de voz insólito, barroco en su erudición, pero limpio y parsimonioso en su dicción. En verdad un estilo infrecuente en la ensayística castellana o portuguesa.

Giannetti es, cualquiera diría que no, economista. Le conocía otro libro muy lúcido sobre las cuestiones éticas en el pensamiento económico clásico -Vicios privados, beneficios públicos, A ética na riqueza das naì¢es (1993)-, y le había leído varios ensayos en periódicos y suplementos -varios de ellos recolectados en As partes e o todo (1995) y en Nada e todo -ética, economia e brasilidade (2000). Auto-engano fue originalmente publicado en 1997 y va en su séptima reimpresión, por ello pude levantarlo recientemente en una librería. Con todo y sus siete reimpresiones y, según tengo entendido, de su inminente aparición en inglés, Auto- engano no ha merecido atención en castellano. Mala cosa.

El libro de Giannetti va de la existencia más física y aparente del engaño y del autoengaño, a las emanaciones éticas de lo que este libro prueba irrefutablemente: "El arte humano, demasiado humano, del engaño no es una aberración aislada e inexplicable de un ser que perdió la inocencia al ser expulsado del paraíso... es la expresión de nuestro parentesco profundo con todo lo que nace, vive y muere" (p. 34). De poca cosa, pues, trata el libro. Tan sólo del aire que deja una simple pregunta: ¿por qué y cómo nos autoengañamos? Pero las respuestas forman un vendaval.

El autor rastrea el origen de un "big-band del lenguaje en el universo del engaño". Si tan propensos somos, o hemos sido, a engañarnos y autoengañarnos, ¿cómo fue que empezamos a darle nombre y connotación moral a nuestras capacidades simuladoras? El lenguaje, por su ambigüedad entre lo real y lo aparente, entre lo que decimos y lo que queremos decir, hace aún más vital, si más esquiva, la presencia del engaño y del autoengaño. Después de todo, nos hicimos modernos al concluir que el...

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