La cultura como diversión

AutorSergio R. Blanco

Los primeros rayos de la mañana iluminan la Ciudad de México, un turista despistado que se aloja en alguno de los hoteles junto al Zócalo se asoma buscando aquella vista mítica señalada en su guía de bolsillo: "Madrugue para no perderse el espléndido paisaje urbano de la Catedral con el fondo del Templo Mayor".

Pero otro panorama se despliega ante su mirada: cientos, acaso más de mil citadinos ya hacen cola ante una gran estructura de bambú construida sobre la plancha rectangular, donde, sin aguzar la vista, se alcanza a leer: Ashes and Snow. Cenizas y nieve. Se ven familias completas, gente desayunando tortas de tamal o un café de Starbucks dispuesta a esperar cuatro horas para entrar gratuitamente al Museo Nómada, donde decenas de fotografías monumentales del canadiense Gregory Colbert prometen revelar la interacción del hombre y la fauna.

En otro punto de la Ciudad, el Museo de Antropología no deja de recibir visitantes que ya llevan sus boletos de 50 pesos, adquiridos por Internet, para admirar Isis y la Serpiente Emplumada, un diálogo arqueológico entre México y Egipto del que el INAH ya vaticina que recibirá más de 700 mil seguidores en tres meses y medio.

Pero, ¿por qué estas exposiciones se convierten en fenómenos multitudinarios mientras otras pasan inadvertidas? ¿Qué hay detrás de este fervor hacia las "magnas muestras"?

La masa informe

La respuesta al cuestionamiento no se encuentra en las exposiciones en sí, sino que son precisamente los mecanismos de las sociedades de masas los que explican esta afluencia desbordante que recuerda el tránsito detenido del Periférico en un viernes de quincena.

"Básicamente tiene que ver con un fenómeno de la sociedad del entretenimiento. La pregunta no es si la gente va a consumir arte o no, sino si la gente va a entretenerse o no", considera José Luis Barrios, doctor en historia del arte.

La publicidad, la mercadotecnia, las relaciones públicas, la propaganda en su sentido mercantil -todas ellas entendidas como conductos de promesas que atienden a "deseos" que el público de las sociedades mediáticas ha aprendido a satisfacer- son, en realidad, las cuatro musas que logran convocar a la masa mexicana.

"La manera en que dan a conocer estas exposiciones, toda la difusión que hacen en los medios, la forma en que las anuncian con mucha magnificencia en murales enormes, radio, televisión e Internet se suma a un factor que tenemos en México: somos sumamente malinchistas. Este tipo de exposiciones...

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