Cultiva el olvido como cura

AutorMaría Eugenia Sevilla

Pasada ya la época del veto y la persecución en su país, con el Premio Nacional de Literatura 2000 al hombro, el escritor cubano Antón Arrufat señala la necesidad vital del olvido, del que ha echado mano para seguir adelante.

"El olvido ha sido para mí una curación. Por las vicisitudes que viví en mi país, con la cultura y la dirigencia política, el olvido ha sido muy sano. Nos hemos tratado de cierta manera ácida, pero hemos sabido establecer, en estos últimos años, una relación más cordial".

Así se expresa Arrufat al recordar el tiempo en que su obra fue tildada de contrarrevolucionaria, lo cual provocó que de 1968 a 1981 su nombre desapareciera de las publicaciones y se le impusiera durante nueve años como trabajo amarrar paquetes de libros en la Biblioteca Marianao, donde le prohibían escribir y hablar con sus colegas.

"Las relaciones entre el artista y el Estado no han sido placenteras en ningún sistema político", sostiene. "Ah, el artista tiene que resistir. Yo esperé pacientemente. Siempre creí que las cosas tomarían su nivel, y si las aguas no bajaban, después de mi muerte bajarían, así que no me moví. Los que me persiguieron en mi país, que ya no tienen cargo ninguno, deben estar muy asombrados de que haya sobrevivido. A mí me divierte mucho sobrevivir y es una de mis alegrías. No tengo resentimiento alguno, es una de las cosas más estimulantes que me han ocurrido".

Nacido en Santiago de Cuba en 1935, hijo de inmigrantes catalanes, Arrufat, autor de libros de poesía, obras de teatro, novelas y cuentos, ha publicado entre otros títulos La caja cerrada (1984), ¿Qué harás después de mí? (1988) y la polémica obra teatral Los siete contra Tebas, que acaba de editarse en Cuba tras permanecer prohibida 33 años por su presunta crítica a los principios revolucionarios.

"Yo no critiqué ciertos principios de la revolución, nunca llegué tan lejos. Siempre he creído que la política cultural, a lo largo de algunos periodos de la sociedad actual cubana, ha sido torpe. No ha tenido sutileza y ha partido de una forma de entender la cultura que yo no comparto. Se ha creído, por ejemplo, que la literatura es una expresión directa de la realidad...

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